Actualmente, la situación se presenta alarmante con cifras que superan los 600 casos entre el personal de salud, y una positividad del 51%. “Esto es realmente inédito”, declara Arrechea, describiendo un contexto donde, pese a que la ocupación en las terapias intensivas no ha alcanzado su punto crítico, las clínicas en general comienzan a saturarse debido a la internación de pacientes positivos. “Pronto creo que nos vamos a quedar sin camas en las clínicas”, especula, si los números continúan incrementando al ritmo actual, que ha alcanzado hasta 82,000 casos diarios.
A pesar de que la vacunación ha reducido la gravedad de los casos, los profesionales de salud continúan siendo los más afectados por la carga laboral extraordinaria. “Todo recae sobre los trabajadores de la salud y la verdad que es una situación compleja”, expresa, destacando cómo el estrés y el desgaste psicológico incrementan con la alta demanda de atención. Por otro lado, también ha habido un aumento en las agresiones hacia el personal sanitario, un fenómeno que Arrechea considera “realmente insostenible”. “Lo único que hacemos es que pese a la pandemia es estar en la primera línea al frente las 24 horas todos los días y que pasar al aplauso la agresión realmente es insostenible”, expresa con preocupación.
Paralelamente, el contexto económico de los trabajadores de salud añade una capa más de complejidad a la crisis. Los salarios bajos y la baja retribución de bonos han dejado a los profesionales en una situación precaria. “Hasta ahora seguimos con salarios que hemos perdido bastante con respecto al tema de la inflación y una vez más los trabajadores de la salud que estamos todos los días poniendo el pecho, tenemos los sueldos más bajos del Estado”, denuncia Arrechea, resaltando una disminución del apoyo financiero necesario para seguir lidiando con la situación.
En cuanto a la contratación y el mantenimiento de personal sanitario adicional, el proceso ha estado lleno de dificultades. Aunque inicialmente el gobierno porteño contrató profesionales durante las primeras etapas de la pandemia, los contratos precarios y los bajos sueldos llevaron a muchos a renunciar. “No deberían haber sido después de estar casi dos años en la primera línea todo el personal de salud, haber sido incorporados sin concurso directamente, porque ya están prestando”, argumenta sobre la necesidad de eliminar los concursos y ofrecer estabilidad laboral a estos trabajadores esenciales.
Además, Rodolfo Arrechea enfatiza la falta de comunicación adecuada por parte tanto del gobierno de la ciudad como del nacional, una situación que considera que contribuye al descuido general de la población hacia las medidas preventivas. La falta de control sobre eventos masivos y el aumento de actividades sociales sin el uso de protección adecuada como barbijos, elevan el riesgo de contagios, avisa. “No podemos hacer como que ya esto se terminó. No puede haber eventos masivos como está ocurriendo”, apela a la comunidad, insistiendo en la urgencia de acciones más responsables por parte de la ciudadanía para aliviar la presión sobre el sector salud.
Los temores expresados por Arrechea dan una voz poderosa a los profesionales de la salud que luchan en primera línea, en un momento crítico donde la demanda sobrepasa a un sistema ya tensionado. Mientras se avecina el final de la temporada de vacaciones, se teme un repunte significativo de casos que podría saturar aún más las capacidades hospitalarias, complicando aún más una situación que ya se hace insostenible.
Rodolfo Arrechea y los trabajadores de salud en Buenos Aires piden acción urgente y reconocimiento a sus esfuerzos incesantes, para garantizar no solo la atención adecuada a los pacientes, sino también la protección y el bienestar de quienes han estado enfrentando esta crisis desde el principio.