El Pulso de los Carnavales Porteños: Tradición y Resistencia Cultural

El Pulso de los Carnavales Porteños: Tradición y Resistencia Cultural

Felipe Ficina, delegado de Murgas Porteñas, nos ofrece un vistazo agudo de esta tensión: “No sé si es personal, pero tienen algo contra esto, contra lo popular, como que desconocen incluso la propia tradición misma del festejo”. Al apuntar a esta dualidad cultural, Felipe resalta la importancia del Carnaval en el tejido social porteño, una tradición que “el año que viene va a cumplir 157 ediciones acá, en la ciudad de Buenos Aires, casi de manera ininterrumpida”.

A pesar de las discusiones y los intentos por regular tales expresiones culturales, es innegable que estos festivales tienen un arraigo profundo en la comunidad. Según datos mencionados por Felipe, realizados por el mismo gobierno de la ciudad, “un millón de vecinos y vecinas asisten a los corzos”, lo que refleja una fascinación y apego populares que superan con creces las presuntas molestias que algunos funcionarios mencionan de vez en cuando. Entre estos funcionarios se encuentra la ministra de Cultura, Gabriela Ricardez, quien ha manifestado que “el carnaval molesta al vecino” en declaraciones que resultaron sumamente polémicas y desconectadas con la percepción de buena parte de la población.

A nivel gubernamental, la actuación no parece ser coherente ni uniforme. Recientemente, proyectos de ley demuestran una tendencia a minimizar las festividades murgueras, poniéndolas apenas “en la vereda” de la escena cultural. Propuestas como la presentada por el legislador Yamil Santoro, para que todos los festejos carnaval sean reducidos y controlados, son vistos por Felipe como una falta de conexión con las verdaderas necesidades y aspiraciones de los vecinos: “Ellos son selectivos a la hora de, no sé si de celebrar, pero sí de enaltecer ciertas cuestiones”. Esta selectividad institucional parece remarcar una desconexión mayor entre las voces del poder y las festividades tradicionalmente respaldadas por la comunidad.

El espacio cultural del Carnaval no es solamente un ámbito de celebración, sino también de resistencia y expresión política. Ficina comenta: “Yo he escuchado murgas pegarle a Macri, a la reta y hablar del chorro de vudú”, lo que evidencia cómo estas expresiones no solo son un festival, sino también un espacio poderoso para la crítica social y política. “Nunca vas a encontrar un coro que diga, hay que darle tiempo de gobernar”, afirma haciendo hincapié en el papel contestatario inherente a las murguistas, puesto que refuerzan su identidad a partir de la crítica del sistema.

A pesar de las disputas actuales, hay esperanza y un intento de diálogo. Felipe destacó una reunión reciente con la subsecretaria de Cultura que, si bien no ofreció soluciones concretas, denotó un ligero cambio de actitud: “Pareciera que hay cierta voluntad”, relató sobre este encuentro, deseando que no sea simplemente un gesto vacío o un movimiento político sin consecuencias efectivas. Sin embargo, la organización y planificación de los eventos carnavalescos sigue siendo incierta, con plazos apretados y organización tardía que podrían mermar la calidad y asistencia de estas celebraciones tan queridas.

El Carnaval porteño, más que una simple festividad, es una amalgama de identidades barriales, una reunión secular y popular que trasciende generaciones, problemas políticos y restricciones institucionales. A través de una expresión auténtica del folclore y las realidades de cada vecindario, las murgas demuestran una dedicación incansable a preservar y revivir las tradiciones que han sido un faro de pertenencia y celebración durante más de un siglo y medio.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, como capital cultural, enfrenta así un reto perenne: abrazar su diversidad y, al mismo tiempo, respetar y promover las expresiones que surgen naturalmente entre sus habitantes. En este sentido, el futuro del Carnaval porteño se presenta como un campo de batalla simbólico sobre qué tipo de ciudad se desea construir, una que permita el florecimiento de tradiciones vivas o una que busque la homogeneidad y el silencio de sus voces más vibrantes.