Lucía Giannoni describe “El Ángulo Muerto” como una “obra multidisciplinar”, que va más allá de la danza al incorporar “el lenguaje audiovisual, la música y la iluminación”. “Específicamente es una obra multidisciplinar, en que el proyecto invita al espectador a reflexionar, o a tener una experiencia en relación a la percepción”, comenta Giannoni. Esta experiencia multisensorial hace que el espectador no solo participe como un simple observador, sino que se involucre activamente y tome decisiones sobre lo que quiere ver, aceptando la inevitable realidad de perder siempre algún ángulo de la obra.
Una percepción no convencional
La Sala B del Cultural San Martín ha sido cuidadosamente seleccionada para acoger esta innovadora pieza. “El espacio no es un espacio convencional, no es que hay gradas, butacas, sino que se le propone al espectador recorrer el espacio, casi como un museo”, explica Giannoni. De este modo, la sala ofrece la libertad de movimiento necesaria para que el público pueda sumergirse completamente en la propuesta, experimentando la danza y los audiovisuales desde múltiples perspectivas.
Uno de los elementos distintivos de esta obra es su música. Giannoni ha trabajado estrechamente con Facundo Mauro y Julián en una técnica llamada “cuadrofonía”. Esta técnica implica una instalación de parlantes que, junto con la composición musical, contribuyen a crear una ambientación profunda y envolvente que resuena con la estructura de la obra. “Hay una construcción sonora en relación a esta misma propuesta instalativa”, añade Giannoni, señalando la sincronía entre la música y la puesta en escena.
Exploración de la identidad múltiple
Uno de los núcleos temáticos más intrigantes de “El Ángulo Muerto” es la multiplicidad del cuerpo y su relación con el tiempo y el espacio. “Lo importante del proyecto que propone la obra es concebir al cuerpo no como una unidad, no como una sola cosa”, explica Giannoni. A través de la obra, se busca “visibilizar todos esos cuerpos que transitamos durante nuestra vida”, mostrando cómo el cuerpo es un ente en constante cambio y acumulación de experiencias e identidades.
El proceso creativo detrás de esta obra fue profundamente personal y desafiante para Giannoni, quien se encontraba sola en escena, pero respaldada por un equipo colaborativo. “Fue un proceso bastante intenso, personal”, describe. Este viaje introspectivo no solo reflejó la evolución de sus propias identidades a lo largo del tiempo, sino que también permitió a Giannoni explorar cómo otras personas la percibieron en diferentes etapas de su vida.
La simbiosis arte-tecnología
Lucía Giannoni demuestra un interés especial por el lenguaje audiovisual, habiendo explorado previamente este ámbito en obras como “Todos tenemos un pelo”. En “El Ángulo Muerto”, este interés se manifiesta como un diálogo continuo entre la fría tecnología y la vulnerabilidad del cuerpo en movimiento. “Cómo dialoga un cuerpo que baila o un cuerpo que está en movimiento en función de una imagen audiovisual”, comenta Giannoni, resaltando la importancia de no solo ver la tecnología como una herramienta, sino como parte integral de la narrativa.
La obra, que se presenta en blanco y negro, utiliza el audiovisual para modificar la percepción de la realidad de una manera que no sería posible de otra forma. Esta es una pieza de 55 minutos que promete mantener al espectador en estado de contemplación activa, aunque Giannoni guarda algunas sorpresas en cuanto a su presencia continua en escena, dejando que la audiencia descubra esos detalles durante la función.
Apoyo y colaboración
El proceso de producción de “El Ángulo Muerto” recibió apoyo significativo del Galpón FACE, un espacio dedicado a la formación de danza y teatro en Parque Patricios. “Galpón FACE siempre nos brinda el espacio para poder ensayar, nos da espacio en el lugar para poder nos acompañar durante todo el proyecto”, menciona Giannoni, agradecida por el soporte logístico y creativo que recibió. Esto destaca la importancia de contar con espacios y comunidades de apoyo que fomentan la creación artística colaborativa.
La semilla de “El Ángulo Muerto” fue plantada durante la pandemia, un periodo que desafió a muchos artistas a adaptarse e innovar en sus procesos creativos. Giannoni comenzó explorando las posibilidades desde su hogar, con la ayuda de herramientas digitales como Zoom, y una vez que las circunstancias permitieron, trasladaron el proceso al espacio físico de Galpón FACE.
El Ángulo Muerto continúa en exhibición en el Cultural San Martín, invitando a cada espectador a adentrarse en un mundo que desafía las convenciones de la percepción y ofrece un abrazo a la diversidad inherente de las experiencias humanas. Esta obra promete ofrecer un espacio para la introspección y la reflexión individual, planteando preguntas sobre cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo somos vistos por los demás. La invitación está abierta para embarcarse en este viaje sensorial y emocional, y permitir que cada quien descubra su propio ángulo de la experiencia.