“Nos enteramos por medios masivos de comunicación sobre una obra que nos iba a transformar el barrio”, comenta Adrián Hernández, miembro del Encuentro en Defensa del Espacio Público y de la Asamblea de Vecinos y Vecinas de Caballito. La obra a la que hace referencia busca amputar una de las direcciones de la avenida para convertirla en una suerte de espacio verde. Sin embargo, Hernández denuncia que “como todo lo que hace la ciudad de verde tendría poco.”
La propuesta consiste en cerrar una dirección de tránsito en un tramo de aproximadamente ocho cuadras entre el Cid Campeador y la Plaza Giordano Bruno, redirigiendo el flujo vehicular a calles paralelas del barrio, como Hidalgo y Rojas. Los residentes temen que esta maniobra podría “colapsar el barrio” y “modificar la vida de los que viven ahí en Honorio”, resalta Hernández.
Esta iniciativa, aseguran los vecinos, nunca fue consultada con ellos y solo se enteraron del avance decidido cuando comenzaron las obras preliminares. “Presentamos una denuncia a la justicia y cuando comenzó, logramos pararla”, relata Hernández. La resistencia no es solo una cuestión de tráfico, sino que también abarca temas como la contaminación sonora, ya que, según Hernández, “hemos descubierto que en el mapa de ruidos de la ciudad, la calle Hidalgo ya tenía contaminación sonora”.
Los problemas derivados ya son palpables. La propuesta plantea la creación de lo que denominan una “calle de convivencia”. Esto limitaría el acceso vehicular a los residentes y proveedores esenciales, afectando actividades cotidianas como la logística de supermercados y el abastecimiento de artículos de primera necesidad. Además, “los vecinos están literalmente con las ventanas cerradas, las persianas bajas, porque no soportan los ruidos”, destaca respecto a las consecuencias inmediatas del desvío de tráfico.
Más allá de los inconvenientes presentes y futuros, los vecinos cuestionan la necesidad e inversión en un proyecto tan polémico. “La licitación era alrededor de 500 millones”, indica Hernández, explicando además que la empresa que ganó la licitación finalmente lo hizo por 400 millones. Este desembolso, destacan, contrastaría con otras necesidades urbanas no satisfechas, como en el barrio de Santa Rita, el cual carece de una plaza.
Los vecinos han puesto sobre la mesa alternativas sustentables y de largo plazo que podrían beneficiar a más ciudadanos. “Una de las cosas que proponemos es que el playón ferroviario del barrio se convierta en un gran parque público”, menciona Hernández, señalando que esto podría ofrecer “alrededor de 15 hectáreas” de espacio verde genuino.
El conflicto no es solo con el gobierno de la ciudad. La propuesta para el uso del playón choca con una ley del 2012 que permite construcciones en altura, un legado compartido entre diversos partidos políticos, por lo cual la disputa no se limita a una línea política.
En un esfuerzo por frenar el avance del proyecto oficial y promover su contrarrestar, los vecinos iniciaron una ronda de visitas a diversos legisladores. “Estamos visitando a todos los legisladores de todos los bloques políticos”, explica Hernández, quienes en su mayoría, según él, han mostrado disposición a escuchar.
Hernández enfatiza que los representantes electos deben considerar la voluntad de los ciudadanos que los votaron. “Les pedimos que si ese proyecto entra en la legislatura, no lo voten”, subraya, al tiempo que insiste en la urgencia de considerar el parque en el playón ferroviario como una solución viable para sumar espacios verdes significativos.
Este enfrentamiento entre los intereses de los vecinos y las políticas urbanas presenta un ejemplo notorio de la tensión entre la planificación gubernamental y la realidad vivida en los barrios de la ciudad. La lucha por la Avenida Honorio Pueyrredón refleja la necesidad de un diálogo genuino y participativo en la construcción del futuro de Buenos Aires, poniendo sobre la mesa la exigencia de que las decisiones urbanísticas no solo respondan a las cifras en los contratos, sino a la calidad de vida de sus habitantes, quienes día a día construyen el latido de la ciudad.