Devoto en el ojo de la tormenta: vecinos enfrentan las transformaciones urbanísticas en Buenos Aires

Devoto en el ojo de la tormenta: vecinos enfrentan las transformaciones urbanísticas en Buenos Aires

María, una residente activista del barrio e integrante de un grupo de vecinos autoconvocados, explica la situación actual y la lucha en curso que libran contra el “constante asedio con el tema constructivo inmobiliario”. Ella describe Devoto como un “barrio histórico” que tiene un sector protegido, el APH 36, donde se “protegen no solo las tipologías constructivas sino también sus calles”. En este contexto, cualquier modificación puede significar una violación al carácter patrimonial de su comunidad.

La preocupación de los vecinos va más allá del simple hecho de la obra pública: se trata de un cambio de identidad. Desde hace años, las calles adoquinadas y las casas bajas han sido reemplazadas progresivamente bajo el nuevo código urbanístico, que ha eliminado “la tipología residencial que lo caracterizaba como el jardín de Buenos Aires, un barrio de casas bajas, densidad baja y mucho verde”. Este cambio ha dejado a los vecinos sintiendo que se están perdiendo las características esenciales de su querido barrio.

Específicamente, respecto a la calle Fernández de Enciso, María comenta que “el proyecto lo desconocíamos hasta que comenzó la obra porque no fue consultado”. Al igual que en otros barrios de la ciudad, la transformación no parece responder a una necesidad del vecindario, sino a intereses externos: “aparentemente la quieren transformar en un patio de comidas”, tal y como ha sucedido en otros puntos de la ciudad como San Telmo. La incomodidad se amplifica al percibir que estos cambios se realizan “a espaldas, sin consultar, sin presentar proyecto”, transgrediendo la confianza y la transparencia que los vecinos esperan de sus gobernantes.

Frente a este avasallamiento, los vecinos no se han quedado de brazos cruzados. “Elevamos un petitorio a la comuna, no hubo respuesta”, señala María, lamentando la falta de diálogo con las autoridades. La acción colectiva ha incluido la recolección de firmas y la movilización en la plaza Arenales, donde han conseguido una considerable adhesión a su causa: “hubo una gran cantidad de consultas y adhesiones a la oposición de esta violación del patrimonio”.

Una de las más significativas derrotas que ha sentido la comunidad es el establecimiento del llamado “distrito del vino”. Según María, “el distrito gastronómico, ya es una realidad en el barrio… y la noche no para ahí en Devoto”. Las consecuencias para los vecinos son palpables y perturbadoras, “antes de ser un barrio residencial, ahora ya es una cosa indivisible, porque son cervecerías, hamburgueserías, muchísima gente”, con los consecuentes problemas de estacionamiento, ruido, y el deterioro de la calidad de vida circundante. La resistencia vecinal ha sido fuerte, hasta el punto de presentar un amparo legal, aunque aún sin resolución.

La comunidad de Devoto ha encontrado en las redes sociales un aliado estratégico para visibilizar su lucha. En plataformas como Instagram bajo el lema “Basta de destruir de voto”, han recogido apoyo y han fortalecido su red de resistencia vecinal: “realmente el termómetro marca el rechazo al nuevo código urbanístico, a lo que propone, y también al distrito”.

La lucha de Devoto no es solo la lucha de un barrio, sino un reflejo de un conflicto más amplio entre las aspiraciones de desarrollo y la preservación de la identidad barrial. Los vecinos de Devoto esperan que “de alguna manera se refleje próximamente en las urnas”, y aguardan con esperanza que sus esfuerzos logren detener esta transformación que sienten les roba “el lugar que elegimos para vivir”.

La situación en Devoto es un microcosmos de un dilema que enfrenta Buenos Aires: ¿cómo avanzar sin perder la esencia que hace de la ciudad un hogar para tantos? Hasta que una respuesta satisfactoria para ambos lados sea alcanzada, los vecinos de Devoto están decididos a luchar por el alma de su barrio.