Eduardo Silveyra ha lanzado su más reciente libro, “La Gorra: Prontuario de la Policía de la Ciudad”, que arroja luz sobre los complejos y, a menudo, oscuros aspectos de esta fuerza policial. En una presentación reciente en el Centro Cultural Pepanoia, Silveyra compartió detalles sobre su investigación profunda, que se adentra en las prácticas y políticas que han definido a este cuerpo desde su creación.
La Policía de la Ciudad de Buenos Aires fue establecida hace seis años, durante la administración del PRO, y desde sus inicios ha sido objeto de extensas críticas y controversias. Silveyra describe su trabajo de investigación como un intento de “bucear en todo lo que rodea a la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, revelando cuestiones inquietantes sobre el “dispositivo de control y represión” que, según él, ha quedado en manos de esta fuerza.
Una de las primeras controversias que aborda Silveyra es la naturaleza misma de la policía como “fuerza comunal que ocupa un territorio nacional que es la capital federal”. Tradicionalmente, la seguridad de Buenos Aires había sido una responsabilidad de la Policía Federal, pero la creación de esta nueva fuerza rompió con ese esquema, heredando prácticas y estructuras que, según Silveyra, no eran precisamente ejemplares.
“Es todo muy confuso. Lo único que no es confuso, digamos, es que es el brazo armado político de [Cambiemos]”, afirma Silveyra, sugeriendo que más allá de su función como resguardos de la ley y el orden, la Policía de la Ciudad actúa como un auxilio político para las fuerzas que la crearon.
El libro de Silveyra también expone cómo los jefes que han pasado por esta fuerza han manchado la promesa original de crear una policía “impoluta, democrática”. Uno tras otro, los líderes policiales han sido el centro de múltiples acusaciones y escándalos. Desde el primer jefe, el “fino” Palacios, hasta sus sucesores, la lista de nombres sigue una línea de polémicas que indican, según el autor, un patrón claro dentro de la estructura de la policía.
Tras críticas y acusaciones, la Policía de la Ciudad se ha desencaminado considerablemente de su objetivo original, comenta Silveyra. “Cuando hay un policía que no encaja en los niveles de corrupción que tiene la Policía de la Ciudad, se le arma algún balurdo y se lo echa”, asegura.
El libro también aborda preocupaciones sobre el número desproporcionado de efectivos. Según las recomendaciones de la ONU, debería haber aproximadamente 300 policías por cada 100,000 habitantes. Sin embargo, Buenos Aires cuenta con unos asombrosos 800 policías por cada 100,000 habitantes, número que sigue creciendo. Tal superpoblación se combina con una “incorporación a granel, de manera casi industrial”, lo cual puede comprometer la preparación y efectividad de los nuevos reclutas.
Un trágico ejemplo mencionado por Silveyra ilustra el peligro de esta política: “Hoy, en un hecho sumamente desgraciado, mataron a una mujer policía en la estación de subte de Constitución”, destacó, atribuyendo la culpabilidad de esta muerte al enfoque de sobrecarga e insuficiente formación de la fuerza.
Además, “La Gorra” expone un aspecto quizás menos conocido pero igualmente alarmante de la Policía de la Ciudad: la presencia del machismo y el patriarcado en sus filas, que llevan a situaciones como los “femicidios de uniforme”. Silveyra enfatiza que este problema es reflejo de una “estructura sumamente machista y patriarcal”, una lucha cultural que debe ser enfrentada y que no es exclusiva de Buenos Aires, sino común a muchas fuerzas de seguridad en cualquier lugar.
El libro, editado por SICUS, está disponible en diversas librerías de la ciudad y también para aquellos fuera de Buenos Aires que deseen explorar estas inquietantes declaraciones. Ante un tema de tanta gravedad y alcance, “La Gorra” promete ser una lectura impactante para quienes busquen entender las dinámicas detrás de este controvertido cuerpo policial. A través de su trabajo, Eduardo Silveyra ofrece una llamada a la reflexión sobre el presente y el futuro de la seguridad pública en la capital de Argentina.
