Una semana sin luz en la Escuela Provincia del Chaco: una crisis que refleja múltiples fallas

Una semana sin luz en la Escuela Provincia del Chaco: una crisis que refleja múltiples fallas

Desde el jueves 9 de marzo, el corte de luz se ha convertido en una constante. “El jueves 9, en el turno de mañana empezó a haber cortes de luz, y que la luz iba y volvía, a la tarde directamente se cortó y ya no volvió”, relata María Laura. Esta interrupción del servicio no solo ha afectado las labores diarias de la institución, sino que ha dejado a toda la comunidad escolar en vilo. ¿Cómo puede funcionar una escuela sin electricidad, sin agua, y sin las comodidades básicas que el suministro energético permite?

El lunes posterior al primer corte, un alivio temporal llegó cuando aparentemente el servicio eléctrico se restableció. Sin embargo, fue solo parcialmente. “Los chicos vuelven a la escuela porque van los directivos a la escuela y encuentran que hay luz y tienen clases”, explica, pero al cabo del día se dieron cuenta de que solo dos de las tres fases estaban operativas. “Esa fase es la que alimenta los tanques de agua”, remarca, exponiendo un problema crítico: la falta de agua corriente en la escuela debido a que la bomba que alimenta a los tanques necesita las tres fases para funcionar.

Este tipo de cortes y la falta de suministro no son casos aislados en el barrio. María Laura menciona que “en el barrio hay otras escuelas que están en la misma situación”. El caso de la escuela LEM y el colegio secundario Cortázar son ejemplos de instituciones afectadas en la misma medida. A estos problemas, se les suma la deficiente respuesta del gobierno de la ciudad. “Nosotros creemos que el gobierno de la ciudad debería haber brindado un generador”, critica María Laura.

Cuando la comunidad de padres decidió hacer pública la situación, finalmente recibieron una respuesta para un “parche” temporal: la instalación de una bomba monofásica, una solución que ya había fracasado en el Colegio Cortázar previamente. “Este parche que están intentando poner hoy, se lo proponen ayer, cuando los padres decidimos empezar a visibilizar lo que está sucediendo”, explica.

El intento de instalar una bomba monofásica no es una verdadera solución, sino un paliativo. Esto expone una grave falta de previsión y gestión adecuada por parte del Ministerio de Educación de la ciudad. Tal como señala María Laura y refuerza Diego, otro miembro de la comunidad escolar: “No puede ser que una escuela no lo tuviera de antes, ahora ya es tarde”. Esta declaración apunta a la necesidad básica que tienen todos los edificios residenciales y comerciales: contar con sistemas alternativos y redundantes para garantizar el suministro de agua y electricidad.

Este problema deja a los niños sin posibilidad de asistir a clases y genera una desorganización total en las familias que dependen de la estructura y el soporte que brinda la escuela. “Estamos en una situación en la que hace 10 días hay chicos que no están yendo a la escuela, y familias que se organizan alrededor de la escuela que tienen la vida desorganizada totalmente”, lamenta María Laura, aludiendo a la importancia de las escuelas como el centro de la vida comunitaria y familiar.

Más allá de los reclamos específicos de los padres y las soluciones parciales ofrecidas, este incidente resalta un problema más profundo: la falta de contingencias preparadas para situaciones de emergencia en las infraestructuras escolares. Las instituciones deberían tener previsto el uso de generadores, o al menos, más bombas monofásicas de reserva para no depender únicamente del complejo sistema trifásico.

La experiencia de los cortes no es nueva para los habitantes de Flores. Este verano ha sido una pesadilla energética, con múltiples vecindarios enfrentando cortes de luz rotativos. Sin embargo, la respuesta de las autoridades locales y las gestiones para mitigar las complicaciones han sido lentas y deficienes, dejando una sensación de abandono en la comunidad.

En resumen, la situación actual en la Escuela Provincia del Chaco subraya una realidad alarmante que afecta no solo a los estudiantes y sus familias, sino también al personal educativo, que se encuentra sin las herramientas necesarias para desempeñar su labor. La falta de electricidad conlleva la interrupción del uso de computadoras, acceso al agua potable y elementos esenciales para crear un ambiente de aprendizaje adecuado.

Las autoridades deben abordar estas deficiencias con urgencia y asegurar que todas las instituciones educativas estén preparadas para manejar emergencias de este tipo en el futuro. La confianza de la comunidad en las instituciones depende de cómo se gestionen tales incidentes y de la capacidad de ofrecer soluciones sostenibles y eficaces, asegurando que las escuelas sean entornos seguros y funcionales, a pesar de los desafíos externos que puedan surgir.