El reclamo estudiantil: la lucha por el boleto gratuito y el acceso al transporte sustentable en Buenos Aires

El reclamo estudiantil: la lucha por el boleto gratuito y el acceso al transporte sustentable en Buenos Aires

En Buenos Aires, uno de los temas que ha ganado fuerza en los últimos años es la falta de un boleto estudiantil gratuito para estudiantes terciarios y universitarios. A pesar de que el boleto gratuito está disponible para estudiantes de primaria, secundaria y centros de formación profesional en la ciudad, “todavía no existe para la educación de jóvenes y adultos, incluyendo aquellos que estudian en bachilleratos populares, SENSE, PAEBIT, programas de finalización de estudios secundarios (FINES), o carreras universitarias,” comenta Rendo. Esta situación sitúa a la ciudad porteña en una disyuntiva, especialmente cuando se compara con otras provincias de Argentina que han provisionado este tipo de financiamiento durante años.

Rendo subraya la falta de coherencia al apuntar que “en la ciudad más rica del país no se está destinando presupuesto para hacer políticas públicas que permitan a los estudiantes acceder a la universidad y a la facultad para estudiar”. Esta situación, sostiene, revela un contraste alarmante con el discurso oficial que se proclama defensor de la educación pública. Todo esto se da, además, en un contexto en el que el presupuesto para educación se ha visto recortado de manera constante, según documentan quienes analizan la política educativa desde la legislatura.

La lucha por el boleto estudiantil gratuito no es nueva. Rendo rememora cómo “el reclamo tiene una historia larga”, refiriéndose a las décadas de peticiones no complacidas que se enfrentan a una resistencia burocrática y presupuestaria. A ello se suma la problemática del acceso a materiales académicos y necesidades básicas durante la formación académica. “Estudiar es caro,” afirma, recordando que además del transporte, los estudiantes deben enfrentar gastos en apuntes y alimentación.

Junto con el boleto universitario, un segundo reclamo cobra protagonismo: el acceso gratuito a las eco-bicis para estudiantes de todos los niveles educativos. A día de hoy, el servicio de bicicletas públicas de la ciudad requiere una tarifa para viajes extensos, un coste que las agrupaciones estudiantiles creen debería ser eximido para estudiantes. Rendo detalla que “la bicicleta es un transporte limpio, sano, y que cada vez está creciendo más”. Enfatiza la posibilidad de que el programa de EcoBicis pueda cumplir un doble objetivo: “ayudar a que los estudiantes lleguen a sus lugares de estudio y al mismo tiempo contribuir a una ciudad más descongestionada y saludable”.

La campaña para las eco-bicis y el boleto universitario no solo busca aliviar el costo del transporte, sino también visibilizar los obstáculos sistémicos que obstruyen la democratización del acceso educativo. “Las universidades que transitamos son muy excluyentes y no quieren a todos los estudiantes adentro,” lamenta Rendo, marcando la importancia de mantener viva la lucha por políticas más inclusivas.

En esta línea, los estudiantes han organizado eventos y actividades que buscan crear conciencia pública sobre estas problemáticas. Recientemente, celebraron un festival en las puertas de la legislatura que incluyó música, freestyle, y actividades recreativas. Estos eventos sociales funcionan como plataformas para que las voces de los estudiantes sean escuchadas, no solo dentro del ámbito académico, sino también a nivel legislativo.

En estas jornadas de visibilidad y acción directa, los estudiantes confrontan retóricamente al gobierno con sus inconsistencias: “Estamos tirando ideas, aprovechenlas,” desafía Rendo, en una invitación a que las autoridades locales acojan sus propuestas. De lograrse, estas medidas representarían un paso vital hacia un entorno educativo más equitativo y accesible.

La lucha es ardua y está lejos de ser ganada, pero la determinación de quienes la llevan adelante no flaquea. Como Rendo y sus compañeros recalcan repetidamente, el objetivo es que la universidad “se vista de pueblo” y que cada barrera al acceso sea derribada, garantizando que la educación superior no sea el privilegio de unos pocos, sino un derecho bien ejercido por todos.