Este martes, se llevó a cabo una significativa marcha hacia el Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La protesta fue protagonizada por bachilleratos populares, que representan una alternativa educativa vital para aquellos sectores de la población que, por diversas razones, no pueden asistir a establecimientos educativos tradicionales.
Los bachilleratos populares son una “herramienta pedagógica que surgió de la necesidad del pueblo, de nuestro pueblo”, explicaban los manifestantes. Surgidos al final de la década del 90, y consolidados especialmente después del estallido social del 2001, estos bachilleratos han sido una respuesta necesaria para adultos mayores y jóvenes que, debido a la necesidad de trabajar o por otras circunstancias, no pudieron completar la educación secundaria. Los manifestantes recalcaron que los bachilleratos populares van “de la mano con lo que se hacía en cualquier unidad básica, en cualquier lugar de militancia que era el apoyo escolar”. Ellos han sido siempre “una instancia que hoy por hoy se convirtió en la alternativa para terminar los estudios”.
En la protesta, se destacó la descentralización y accesibilidad de los bachilleratos populares, ubicados estratégicamente dentro de los barrios más necesitados de la ciudad. “Hay gente que no llega, que no puede, que vive en un barrio carenciado, que vive en una villa, en un barrio popular de esta ciudad autónoma de Buenos Aires que se jacta de no tenerlos, que trata de invisibilizarlos siempre”, subrayaban los manifestantes. En estos contextos, el bachillerato popular se desarrolla en comedores, centros comunitarios, y en los mejores casos, en edificios propios.
A pesar de las difíciles condiciones de trabajo, “los profesores, las profesoras, las y los educadores de los bachilleratos populares ponen mucho de sí y de sus propios recursos para dar clase”. Durante la pandemia, su rol fue crucial, ya que no solo continuaron impartiendo educación, sino que también actuaron como promotores de asistencia alimentaria y tecnológica. “Formaron parte de los dispositivos tanto alimentarios para llevar mercadería a los hogares de sus estudiantes sino también porque ayudaron a acercar la poca tecnología o casi nula tecnología que dispuso el Ministerio de Educación”.
Sin embargo, esta labor incansable no ha recibido el reconocimiento que merece por parte del gobierno de la Ciudad. Los sueldos de estos educadores son “paupérrimos porque el gobierno toma a los educadores como voluntarios y lo único que les brinda es unos pesos para movilidad”. Los educadores muchas veces deben costear de su bolsillo materiales educativos y alimentos para los estudiantes.
Los reclamos al Ministerio de Educación incluyen el “reconocimiento de todas las escuelas que pertenecen a este frente”, crucial para la “emisión de títulos y reconocimiento de las trayectorias educativas de los estudiantes”. El desconocimiento de estos centros educativos por parte del Ministerio implica que muchos estudiantes no obtienen un título reconocido oficialmente, pese a haber completado su educación secundaria en estos centros.
También se exige “el financiamiento integral de las instituciones” tanto en aspectos edilicios como de servicios básicos para la impartición de clases. Muchos de estos bachilleratos funcionan “en lugares prestados, en lugares alquilados o que no son del todo cómodos para la función educativa”. Además, reclaman el establecimiento de una planta funcional que reconozca salarialmente a los docentes por su labor.
Un punto crítico de la protesta fue la demanda por una mejor conectividad y la implementación de un boleto estudiantil. La pandemia dejó en claro que “la internet es un bien escaso” en los barrios populares, y la falta de conexión es un obstáculo significativo para la educación. Además, el costo del transporte público es un “sacrificio que no pueden sostener” muchos de los estudiantes.
Durante la protesta, la Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha denunció la falta de respuesta por parte de las autoridades. Soledad Acuña, titular del Ministerio de Educación, no recibió a los manifestantes, manteniendo una postura de indiferencia hacia sus demandas. Para la comunidad educativa de los bachilleratos populares, el objetivo es claro: luchar hasta obtener el reconocimiento y los recursos que les permitan ofrecer una educación digna y de calidad a todos aquellos que dependen de estos centros para forjar un futuro mejor.
En tiempos difíciles, el rol de los bachilleratos populares se ha postulado como esencial, no solo como espacios educativos, sino también como bastiones de resistencia y apoyo comunitario. La marcha del martes subraya la urgencia de sus demandas y la necesidad de un compromiso más firme y tangible por parte de las autoridades educativas de la Ciudad de Buenos Aires.