Polémica por la peatonalización del casco histórico porteño y sus bolardos.
En los últimos años, los paseos por el casco histórico de la Ciudad de Buenos Aires han cambiado considerablemente. La peatonalización avanza, trayendo consigo nuevas infraestructuras. Sin embargo, una decisión en particular ha captado la atención de muchos: la instalación de bolardos. Estos elementos, importados de Europa, han generado diversas reacciones. Aquí analizamos el impacto, los costos y la pertinencia de esta intervención urbana.
El Concepto de Peatonalización y su Ejecución
La peatonalización busca transformar espacios destinados al tráfico vehicular en áreas amigables para los peatones. En el contexto histórico de Buenos Aires, la idea es preservar la autenticidad del entorno, reflejando las múltiples capas de estilos arquitectónicos surgidos a través de los años. Sin embargo, esta transformación no siempre respeta la esencia y el patrimonio del lugar.
¿Qué son los Bolardos y por qué se Instalaron?
Los bolardos, conocidos coloquialmente como “palurdos” en el debate informal, son esos accesorios en forma de bala negra ubicados en ciertos lugares estratégicos para delimitar áreas y evitar el paso de vehículos. En lugar de mantener los tradicionales cordones de granito, se optó por estos elementos bajo el argumento de mejorar la seguridad y estéticamente modernizar el espacio.
Críticas y Controversias
Una de las principales críticas se centra en la utilidad y la estética de estos bolardos. Las quejas más frecuentes señalan que:
– Provocan tropiezos y accidentes entre los peatones y ciclistas.
– Molestan la estética del patrimonio histórico.
– Incrementan peligros debido a su poca visibilidad en la noche.
El Coste de la Intervención
El gasto desmesurado también ha sido motivo de indignación. Según datos oficiales, cada bolardo costó aproximadamente 90.000 pesos, sin incluir el costo de instalación y la posterior pintura. En total, la Ciudad de Buenos Aires desembolsó la sorprendente cifra de 159.844.741,24 pesos. Esta inversión ha sido muy debatida, sobre todo considerando las múltiples necesidades sin atender de la ciudad.
Resultados y Reacciones
Ante las críticas, las autoridades decidieron revertir la decisión de pintar los bolardos de colores pastel para hacerlos más “divertidos” durante las vacaciones de invierno y los devolvieron a su color negro original. Sin embargo, esta acción dejó manchas y un acabado chapucero en el entorno, incrementando aún más la desazón y el sentido de despropósito entre los vecinos y organizaciones patrimonialistas.
Reflexión Final
La clave de este debate radica en la pregunta: ¿Era prioritario invertir en estos bolardos? ¿O existen necesidades más acuciantes en la Ciudad de Buenos Aires? Este episodio resalta la importancia de que la gestión urbana contemple una verdadera participación ciudadana en la toma de decisiones, priorizando el bienestar común y la conservación del patrimonio histórico.
A medida que las intervenciones continúan, la voz de los residentes y especialistas debería ser considerada fundamental para mantener la identidad y funcionalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Ahora queda en manos de la comunidad y las autoridades buscar un enfoque que respete lo histórico y atienda las verdaderas necesidades de la ciudad.