En este día especial, tenemos la oportunidad de sumergirnos en una reflexión profunda sobre las diversas maneras en que distintas culturas celebran sus ritos de pasaje, enfocándonos especialmente en las costumbres alrededor de la muerte y las festividades que han evolucionado a lo largo del tiempo. La antropóloga nos ofrece una mirada fascinante sobre estas tradiciones, las cuales son “evidentemente culturales, porque en realidad todo lo que es el ser humano está cruzado por la cultura”. Este enfoque nos invita a entender y considerar la importancia de estas celebraciones, no solo como momentos festivos, sino como instantes de transición y memoria dentro de nuestras vidas.
Los Momentos de Pasaje en la Vida Humana
Desde tiempos inmemoriales, todas las culturas han puesto énfasis en los llamados “momentos de pasaje” en la vida. Estos no se limitan solamente a eventos contemporáneos como los cumpleaños de 15 años y los matrimonios, sino que también abarcan “la muerte, que también es uno de los pasos de nuestra vida”. Estas celebraciones de pasaje ayudan a las personas a transitar desde un estado a otro, permitiendo el inicio del duelo y la creación de una memoria compartida. A través de estos ritos, las comunidades encuentran una manera de honrar y recordar a aquellos que han partido.
Una Mirada a las Distintas Celebraciones
A lo largo de la historia, cada cultura ha desarrollado sus propias formas de despedir y celebrar a sus muertos. Por ejemplo, los celtas creían que había ciertos momentos del año en los que las almas de los muertos podían cruzar una frontera y reencontrarse con los vivos. Para congraciarse con estas almas, realizaban ceremonias con ofrendas y música. Similarmente, en el Reino Unido, esta tradición evolucionó en lo que hoy conocemos como Halloween, una festividad que tiene raíces profundas y cuya esencia ha cambiado con el tiempo y la influencia de distintas culturas.
En Latinoamérica, la percepción de la muerte como parte de la vida ha dado lugar a variadas costumbres, que destacan por su colorido y simbolismo. Culturas como las mayas, aztecas y aymaras han desarrollado “celebraciones específicas para ese momento y para recordarlos en cierto momento del año”, con rituales que incluyen música, comida especial y elementos simbólicos como el pan de muerto en México y las guirnaldas de flores en Bolivia.
El Choque Cultural y el Mercado
Una de las reflexiones más profundas que la antropóloga nos ofrece es cómo “la Iglesia Católica toma estas fiestas que eran fiestas paganas”, delimitando fechas y nombres para alinearlas con su calendario y estructura dogmática. Sin embargo, a través del tiempo, las comunidades han seguido practicando estas celebraciones, aunque adaptadas a las nuevas normativas religiosas.
Más recientemente, la comercialización de estas festividades ha generado un nuevo tipo de celebración, bastante alejado de sus orígenes culturales. Halloween, en particular, se ha convertido en un “mercado interesante con las calabazas de plástico, las velitas, el dulce o truco”, una performance repetida sin comprensión ni conexión con las raíces culturales de las regiones donde se ha adoptado, como muchos países de América Latina. Este fenómeno destaca una pérdida de autenticidad y una adopción superficial de rituales que no tienen un verdadero significado en la cultura local.
La Discriminación de las Tradiciones Propias
La anfitriona señala una preocupante disonancia en algunas actitudes locales hacia las celebraciones de muerte de comunidades indígenas que aún persisten en Buenos Aires. En la Comuna 7, específicamente en el cementerio de flores, la comunidad boliviana y peruana lleva adelante sus ritos tradicionales, trayendo ofrendas, música y guirnaldas de flores para conmemorar a sus muertos. Estos actos, en un contexto ideal, deberían ser vistos como una riqueza cultural, pero en cambio, “el cementerio está sumamente controlado por la policía de la Ciudad de Buenos Aires, creando un ambiente hostil”.
Además, resulta paradójico que las mismas personas que critican estas prácticas, cuando viajan a México, por ejemplo, disfrutan y celebran “las fiestas que hacen, y las calaveritas de azúcar” como algo exótico y admirable. Esta doble vara en la apreciación de las tradiciones marca una desconexión y un rechazo injustificado hacia las propias tradiciones culturales que existen en el país.
La Importancia de Reafirmar Nuestras Tradiciones
La reflexión de la antropóloga lleva a una conclusión clara: “La peor pérdida que puede sufrir un pueblo es la pérdida de identidad”. Al adoptar festividades ajenas sin conexión cultural y al rechazar nuestras propias tradiciones, nos alejamos de nuestra identidad y memoria colectiva. Esto no solo afecta nuestra percepción de la muerte, sino también cómo celebramos la vida y honramos nuestro pasado.
Es crucial que abracemos y recuperemos nuestras tradiciones con afecto y respeto. Mientras disfrutamos de celebraciones globalizadas como Halloween, no debemos olvidar y minimizar la riqueza de nuestras propias festividades. Celebrar con autenticidad y consciencia cultural no solo fortalece nuestra identidad, sino que también enriquece el tejido social y cultural de nuestras comunidades.