En las recientes elecciones, Argentina ha sido testigo de un cambio significativo en su escenario político. “La derrota del peronismo fue bastante importante, sobre todo a nivel nacional”, lo que ha generado un fuerte impacto en diversas partes del país. Este fenómeno, lejos de ser una simple anécdota, refleja un cambio profundo en la percepción y el sentir del electorado, anclado en múltiples factores que se han venido gestando durante años.
Una de las primeras observaciones importantes es desmitificar la composición del electorado de la Libertad Avanza, el partido liderado por Javier Milei. “El simpatizante de la Libertad Avanza no es solamente joven… hay mucha gente que está entre los 35 y los 45 años que votó a la Libertad Avanza”. Esta revelación desmorona el estereotipo de que solo la juventud busca un cambio radical, mostrando que el deseo de transformación permea diferentes rangos etarios. Este electorado, independiente de su edad, está “buscando un cambio a toda costa”.
El crecimiento de las derechas no es un fenómeno exclusivo de Argentina. “Miramos el mapa mundial, las derechas vienen creciendo”. Ejemplos recientes como Bolsonaro en Brasil y Bukele en El Salvador demuestran que personajes outsider y disruptivos están asumiendo liderazgos en América Latina y más allá. Este auge de la derecha, en especial de figuras no tradicionales en la política, se sustenta en un creciente descreimiento en las figuras políticas tradicionales y en un proceso de decepción que se ha acelerado por la pandemia y múltiples escándalos.
El gobierno de Alberto Fernández enfrentó “muchos sucesos que generaron mucha desazón en la población”, tales como el escándalo del “vacunatorio VIP” y el caso de Insaurralde. Todo esto alimentó la narrativa de la “casta” política que Milei y su partido capitalizaron. Esta narrativa, más que un discurso, se transformaba en “una realidad anclada con lo que veíamos en los medios y lo que sentíamos”, exacerbada por una situación económica desesperante.
Pero, ¿cómo logró Milei mantener y extender su base de apoyo? “Las derechas en general tienen discursos muy simples, muy llanos, que toman muchos elementos del sentido común para poder reproducir su propio discurso”. En un contexto de fragmentación de la comunicación donde “la mayoría de la gente no ve televisión”, estos discursos sencillos hallan un eco más potente y menos cuestionado en las audiencias segmentadas por algoritmos y redes sociales.
El gobierno entrante de Javier Milei, con su retórica anticasta, ofrece un discurso que “va mucho más al hueso, va mucho más para la realidad”. Aunque no necesariamente épico, su mensaje resulta más tangible y realista para muchos, contrastando con el desgaste del mensaje peronista. “Dos trabajadores que viven juntos y tienen un salario mínimo no alcanzan la canasta básica”, una realidad que choca con la promesa histórica del peronismo de bienestar para los trabajadores.
En los debates electorales, emergió otro fenómeno interesante. Algunas audiencias percibían a Milei como víctima de la agresividad de Sergio Massa, lo cual muestra una “fragmentación de la percepción”. Incluso personas viendo el mismo evento pueden terminar con interpretaciones diametralmente opuestas, influenciadas por su entorno informativo previa y sesgado.
Esta elección también demostró que una considerable porción del electorado tradicional del peronismo decidió optar por Milei a nivel presidencial, mientras que en territorios como la provincia de Buenos Aires, “Axel Kicillof sostiene la provincia”, desplegando un paquete de medidas con fuerte incidencia territorial, permitiendo una división clara en las motivaciones de voto.
El futuro del gobierno de Milei genera muchas interrogantes, especialmente sobre la radicalidad de sus propuestas. “Va a tener una resistencia a medida que empiece a aplicar determinadas medidas porque no dejamos de ser un pueblo muy acostumbrado a la presencia del Estado”. Este acostumbramiento podría ofrecer un límite natural a la implementación de las propuestas más extremas, llevando a una inevitable moderación o “gradualismo”.
El panorama político argentino sufre así una notable transformación, donde los tradicionales lemas y promesas del peronismo chocan contra un creciente deseo de cambio radical simbolizado por Milei. El gran desafío del nuevo liderazgo será cómo manejar las expectativas y la realidad de un pueblo cada vez más ansioso por soluciones inmediatas pero condicionado por décadas de presencia estatal fuerte.