En medio de uno de los inviernos más fríos de los últimos años, más de 33.000 hogares en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) continúan sin suministro eléctrico. Según datos proporcionados por el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), los cortes afectan a 16.680 usuarios de EDENOR y 16.642 de EDESUR, revelando una crisis persistente en la distribución de energía.
El corte generalizado de electricidad ha impactado a múltiples barrios de la ciudad, sumando al estrés de la pandemia una nueva capa de quejas y malestar entre los porteños. Las zonas más afectadas incluyen Barracas, Flores, La Boca, Liniers, Montserrat, Nueva Pompeya y Parque Chacabuco. Además, otras regiones como Recoleta, San Cristóbal, Villa Crespo, Villa del Parque, Villa Devoto, Villa General Mitre y Villa Lugano también sufren interrupciones en el servicio.
Desde hace años, los vecinos han reportado irregularidades en el suministro eléctrico, pero la situación no parece mejorar. “Estamos cansados de las promesas incumplidas”, señala un residente de Villa Lugano. “Nos encontramos sin luz durante horas, días, y a veces hasta semanas, sin una explicación clara ni un plan de acción concreto por parte de las empresas responsables”.
El problema no se limita solo a la falta de electricidad. La ausencia de energía afecta gravemente la vida cotidiana. Las familias deben enfrentarse a la imposibilidad de conservar alimentos, mantener las viviendas calentadas y tener un mínimo de confort durante la noche. Además, esta situación perjudica también a los comercios, muchas veces forzados a cerrar sus puertas por la falta de energía, lo que dispara las pérdidas económicas y complica aún más un panorama ya delicado por las restricciones sanitarias.
En varias oportunidades, las compañías EDENOR y EDESUR han sido objeto de sanciones por parte del ENRE debido a la insuficiencia en el suministro y la falta de inversiones. “Es evidente que hay un déficit estructural en el mantenimiento y actualización de las redes eléctricas”, comenta Jorge Menéndez, un especialista en energía. “Si las empresas no invierten en mejoras, este tipo de situaciones se volverán cada vez más frecuentes, sobre todo ante una demanda creciente y cambios climáticos que alteran las condiciones de uso”.
La situación en el AMBA es, lamentablemente, solo un reflejo de la problemática mayor que enfrenta el país en términos de infraestructura energética. En múltiples provincias, los cortes de luz son una constante sobre la cual las autoridades aún no han logrado actuar de manera efectiva. Sin embargo, la presión en la capital y sus alrededores es significativa, ya que allí se concentra la mayor parte de la actividad económica del país.
Los barrios más acomodados, como Recoleta, no están exentos del problema. “Parece que no hay una zona que sea inmune a estos cortes”, comenta una vecina del barrio. “La electricidad es un servicio esencial, y la falta de ella nos recuerda cuán dependientes somos de algo que se da por sentado”.
Ante la persistencia de los problemas, los usuarios exigen respuestas y soluciones a corto y largo plazo. Demandas que incluyen desde la restitución inmediata del servicio hasta un plan de inversiones y mantenimiento que garantice la calidad del suministro. Las empresas, por su parte, esgrimen excusas variadas, que van desde problemas climáticos hasta aumentos inesperados en la demanda. No obstante, los argumentos ya no convencen a una población que ha llegado al límite de la paciencia.
El escenario actual exige no solo medidas inmediatas, sino también políticas públicas que puedan garantizar una infraestructura adecuada y resiliente. En tal sentido, la colaboración entre el sector público y el privado es imprescindible. Mientras tanto, los habitantes del AMBA continúan ajustándose a una vida en penumbras, esperando una solución que no llega.
Hasta que algo cambie, quedan los organizados gritos del vecindario, la acumulación de demandas formales y las crecientes filas en las oficinas de atención al cliente de EDENOR y EDESUR, donde los usuarios buscan información y, sobre todo, una restitución al servicio que les permita retomar su rutina sin los sobresaltos de los apagones interminables.
Tal como revelan los datos de la página oficial del ENRE, la magnitud del problema es considerable. Y mientras trasciende que la crisis no distingue entre barrios, se reafirma una urgencia común: recuperar la luz, no solo como servicio, sino como un derecho esencial de todos los ciudadanos.