El reciente descenso de categoría del Ministerio de la Mujer a subsecretaría no solo reduce su rango administrativo, sino que también conlleva desmantelamiento y despidos que afectan a trabajadoras y trabajadores. Hablamos con dos exintegrantes del ministerio para entender las implicancias y las acciones que planean tomar en respuesta.
En un contexto de ajuste y recortes, los despidos en el sector público no han cesado, y esta vez han alcanzado a uno de los organismos más emblemáticos en la lucha por la igualdad de género: el Ministerio de la Mujer. Recientemente degradado a una subsecretaría dentro de la órbita de Capital Humano, con la Ministra Petovelo, productora de televisión sin experiencia en política pública, a la cabeza, este cambio ha implicado el despido de más de 70 trabajadoras y trabajadores. Leila González, abogada feminista, y Alejandra Guisdala, antropóloga feminista, ambas exintegrantes del ministerio, nos ofrecen una perspectiva de primera mano sobre esta compleja situación.
El contexto de los despidos: una estrategia neoliberal
Leila y Alejandra han sido parte de un fenómeno que está afectando a miles de empleados públicos en el país, catalizado por la administración del presidente Javier Milei. Es necesario recordar que las despidos no se enmarcan solo en una cuestión administrativa; representan el recorte y desmantelamiento de políticas públicas necesarias. “Desde hace mucho tiempo se ha bastardeado la figura del empleado estatal. Un gobierno neoliberal o peor aún, anarcocapitalista, va a despedir gente para achicar el Estado”, expresa con indignación Leila.
La degradación del Ministerio de la Mujer
El Ministerio de la Mujer ha sido un blanco desde la campaña electoral de Milei, caracterizada por un discurso de odio y descalificación hacia las políticas de género. La decisión de bajarlo a la categoría de subsecretaría fue el primer golpe, pero el golpe definitivo fue el despido masivo de sus trabajadoras y trabajadores. “Todos sabíamos que algo iba a ocurrir con todo lo que venía diciendo el presidente en campaña. El día 28 de diciembre nos notificaron oficialmente los despidos”, comenta Alejandra.
Un golpe a las políticas de igualdad de género
La situación resulta aún más crítica si consideramos las palabras de Alejandra, quien subraya que el ensañamiento contra el Ministerio de la Mujer es también un ataque al movimiento feminista en general. “Este gobierno desconoce las violencias que las mujeres y diversidades sexuales padecemos diariamente. Plantear que hay igualdad entre hombres y mujeres es desconocer cómo funciona realmente la sociedad”, enfatiza la antropóloga, resaltando que estos despidos no solo afectan a las trabajadoras, sino al servicio y las políticas que dichas trabajadoras llevaban adelante.
La precarización laboral y la falta de estabilidad
Los despidos han sido presentados por el vocero presidencial como meras “no renovaciones de contrato”, algo que para las entrevistadas es una estrategia para maquillar la realidad. Para Leila, hay una evidente manipulación: “Esto se pinta como normal, pero en realidad lo que hay detrás es una falta de estabilidad laboral que ya viene de décadas. Es inadmisible que se mantenga este nivel de precarización a trabajadores y trabajadoras del Estado”.
El plan de lucha
Frente a los despidos, las trabajadoras no han permanecido pasivas. Leila destaca que el primer objetivo es la reincorporación de todas las despedidas y el mantenimiento de las políticas públicas de género. “Estamos organizando un ruidazo en la oficina de Valcarce 186 de 12 a 14 del día de mañana para que nuestras voces sean escuchadas. Exigimos que nos devuelvan nuestros puestos de trabajo y que se reintegren los sueldos completos, incluyendo horas extras y horas cátedra que también han sido recortadas de forma arbitraria”.
Los obstáculos en el camino
Hacer esto posible no será fácil. La falta de autoridad clara y designada desde el 10 de diciembre ha complicado las negociaciones. “No hemos podido sentarnos con nadie a negociar seriamente”, lamenta Leila. Incluso cuando se han podido iniciar diálogos, la disposición por parte de los nuevos funcionarios ha sido, según las entrevistadas, hostil y disparatada. “La predisposición al diálogo ha sido nula, responden con maltratos y faltas de respeto, lo cual hace imposible cualquier tipo de negociación”, añade Leila.
Un reclamo por el futuro
El ruidazo que se efectuará mañana será una primera medida para visibilizar esta problemática. A la par, los despidos en el Ministerio de la Mujer representan un microcosmos de la situación que enfrenta el sector público en el país. Es un llamado de atención sobre cómo las decisiones de política pública pueden tener efectos desastrosos no solo en términos de empleo, sino en la calidad y continuidad de servicios críticos.
“Despedir a trabajadoras y trabajadores estatales no es solo quitar un sueldo, es desmantelar las políticas que protegen y apoyan a los más vulnerables. En este caso, a las mujeres y diversidades sexuales que tanto lucharon por un espacio propio dentro del Estado”, concluye Alejandra. La lucha apenas comienza, y mañana es solo el primer paso para revertir esta situación y exigir un Estado que trabaje por y para el pueblo, no en su contra.