El Día en que la Ley Encontró su Límite

El Día en que la Ley Encontró su Límite

Un análisis de la resistencia popular ante las medidas de austeridad y el autoritarismo gubernamental



Hoy fue un día trascendental en la historia reciente de nuestra nación. Las teorías macroeconómicas que prevalecen en el discurso del gobierno actual encontraron su límite frente a la fuerza del pueblo. Un gobierno que, según los entendidos, prioriza las cifras por sobre la vida misma, ha intentado imponer la ley de la selva sobre el frágil pero indispensable andamiaje de derechos sociales que como sociedad hemos construido, incluyendo el acceso a la educación.

En este contexto, un polémico presidente ha reabierto debates que muchos consideraban ya zanjados: el acceso a la educación, la salud, el trabajo, y una remuneración y jubilación dignas. Derechos conquistados se ven pisoteados por una administración que algunos catalogan como antipatria y hostil hacia su propio pueblo. Pero hoy, esos derechos encontraron su límite.

Después de 70 años de gratuidad en la educación superior, viva Perón, y más de un siglo de autonomía universitaria, los trabajadores y estudiantes se han unido para marcar un nuevo límite. En grandes manifestaciones en ciudades como Buenos Aires, Mendoza, Córdoba y más, la voz del pueblo se dejó escuchar contra lo que muchos consideran un gobierno tirano y obtuso.

“A toda fuerza corresponde una equivalente, pero de signo contrario”, decía un axioma científico que quienes estudian en nuestras universidades públicas conocen bien. Hoy, ese principio se manifestó en la resistencia del pueblo hacia las políticas del gobierno actual. Con gritos y canciones, la consigna “Universidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode” resonó en marchas multitudinarias a través del territorio nacional.

En la capital federal, decanos de distintas universidades públicas y privadas se reunieron para leer un documento consensuado, una suerte de clase magistral dirigida a un primer mandatario desacertado. Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, expresó lo que muchos piensan: este gobierno busca embrutecer y someter al país al poder extranjero.

Esto es particularmente relevante cuando se toma en cuenta el endeudamiento que nos ha dejado gobiernos anteriores, y que el actual parece dispuesto a perpetuar. Se señalan conductas delictivas, como las de Caputo en la gestión Macri, y el uso indebido de fondos que deberían haberse utilizado para el bienestar público.

Hoy, en medio de esta indignación popular, se cayeron muchas caretas. Se revelaron mentiras y se hicieron trizas relatos oficiales que no pueden sostenerse frente a la realidad diaria. El presidente y su equipo, descritos como una pandilla de ladrones, no pudieron ocultar la verdadera situación económica y social del país.

Este día entrará en la historia como un ejemplo de la fuerza del pueblo frente a un gobierno que amenaza con robarle su futuro. La participación masiva en las marchas, sumada a la falta de incidentes violentos, demostró que la gente está dispuesta a defender sus derechos pacíficamente pero con firmeza.

En conclusión, el gobierno puede tener sus trolls y sus medios tratando de minimizar la protesta, pero la realidad en las calles fue innegable. Queda por ver si esta muestra de resistencia popular moverá el timón de una administración que va quedándose cada vez más sola ante una sociedad decidida a no rendirse. Hoy, la República Argentina demostró que su límite es la dignidad y el futuro de sus jóvenes. Y ese es un límite infranqueable.