La tragedia de la visibilidad: Personas en situación de calle y las controvertidas políticas de la Ciudad de Buenos Aires

La tragedia de la visibilidad: Personas en situación de calle y las controvertidas políticas de la Ciudad de Buenos Aires

Un análisis profundo de los operativos recientes que afectan a las personas en situación de calle en Buenos Aires y las reflexiones del activista Horacio Ávila sobre un problema que parece lejos de resolverse.



Las personas en situación de calle son una de las realidades más crudas y dolorosas de los centros urbanos. En Buenos Aires, esta problemática no es nueva, pero sí ha cobrado mayor relevancia y polémica en los últimos tiempos, especialmente a partir de la controversial campaña de limpieza y seguridad impulsada por el gobierno de la ciudad. Este operativo, que el propio jefe de gobierno Jorge Macri promovió en las redes sociales mostrando el “antes y después” de lugares donde se encontraban personas durmiendo en la calle, ha generado una avalancha de críticas por su enfoque y tratamiento del problema.

El lenguaje y las imágenes utilizadas en la campaña no solo resultaron desafortunadas, sino que evidencian una cuestión más profunda que necesita ser abordada con urgencia: la invisibilización y estigmatización de la pobreza. En este marco, conversamos con Horacio Ávila, referente del Proyecto 7 y el Hogar Monteagudo, instituciones dedicadas a trabajar con personas en situación de calle, para entender mejor esta realidad y las implicancias de las políticas recientes.

“La represión disfrazada de limpieza: la mirada de Horacio Ávila

Horacio Ávila no escatima al describir la situación. Según él, la actual gestión de Jorge Macri, junto con funcionarios como Wolf y Kravitz, ha optado por una política de “barrer bajo la alfombra” el problema de la gente en situación de calle. La implementación de un “protocolo de salud mental específico para personas en situación de calle” que permite internaciones compulsivas sin evaluación profesional es uno de los aspectos más polémicos. Esta decisión no solo viola el artículo 20 de la Ley Nacional de Salud Mental, que prohíbe internaciones involuntarias sin evaluaciones previas, sino que también contribuye a la criminalización de personas vulnerables bajo la excusa de la seguridad pública.

La realidad de los paradores: más cárcel que refugio

Un eje central de la crítica de Ávila yace en la realidad de los paradores, que según él, en muchos casos aún no están a la altura de ser una alternativa viable para quienes viven en la calle. A pesar de que se ha anunciado una mejora en los paradores y la disponibilidad de políticas de Estado para su atención, las condiciones siguen siendo inadecuadas para una vida digna.

Los paradores a menudo funcionan más como cárceles, con condiciones higiénicas cuestionables, restricciones sobre las pertenencias personales y separación forzada de familias. Las personas entrevistadas han descrito estas instalaciones como espacios donde predomina el frío, la falta de intimidad y el control excesivo. Horacio confirma que, aunque ha habido algunas mejoras empujadas por la pandemia, la contradicción fundamental persiste: si los paradores realmente fueran tan buenos, no habría necesidad de coaccionar a nadie para que los utilice.

Una evidente dualidad en las políticas públicas

La dualidad en las políticas públicas del gobierno de la ciudad es una de las principales críticas de los activistas. Por un lado, se promueve una narrativa de asistencia y apoyo a las personas sin hogar, pero por otro, las acciones son de represión y desplazamiento. Esta incongruencia se refleja tanto en la retórica utilizada en redes sociales como en la designación de funcionarios con antecedentes de criminalización de la pobreza.

El discurso dicotómico del gobierno de Jorge Macri, que aboga por medidas humanitarias mientras promueve la expulsión y la criminalización, lleva a una única conclusión para los defensores de derechos: las políticas de represión y limpieza están ganando. Horacio Ávila va más allá y acusa a la administración de crear un “enemigo marginario” necesario para justificar sus acciones represivas, alejándose así del compromiso genuino de abordar las causas fundamentales de la indigencia.

Un problema en crecimiento

El aumento visible de personas en situación de calle es otro aspecto que preocupa a los especialistas. Según Ávila, las cifras han crecido exponencialmente. El último censo popular realizado en 2019 por diversas organizaciones estimaba alrededor de 7 mil personas viviendo en las calles de Buenos Aires. Sin embargo, los datos recientes indican que esa cifra podría ascender a cerca de 12 mil, reflejando un incremento alarmante.

Este crecimiento no es solo una percepción. Las personas que recorren las calles de Buenos Aires constatan la presencia de más familias, mujeres con niños y personas mayores en situación de vulnerabilidad extrema. La crisis económica nacional y las políticas neoliberales también contribuyen al aumento de la pobreza y, consecuentemente, de la indigencia.

La represión no es la solución

Para Horacio Ávila y quienes trabajan en organizaciones de asistencia social, la clave está en un enfoque integral y humano. La represión y la criminalización no solo son ineficaces, sino que además perpetúan el ciclo de marginalización y pobreza. En lugar de enfocarse en la “limpieza” visible de las calles, el gobierno debería invertir en programas de prevención, inclusión y rehabilitación.

Estas son solo algunas de las reflexiones de quienes dedican sus vidas a acompañar a las personas que el sistema ha dejado atrás. Más allá de las políticas de Estado, la verdadera sujeción del problema radica en un cambio de paradigma que permita ver a la gente en situación de calle no como un estorbo, sino como seres humanos con derechos y dignidad.

En conclusión, la situación de las personas en situación de calle en Buenos Aires requiere más que campañas publicitarias y operativos represivos. La ciudad necesita políticas públicas verdaderamente inclusivas y que respeten los derechos humanos. Solo a través de un enfoque integral y solidario se podrá empezar a solucionar un problema que afecta cada día a más personas. Es una deuda de justicia social y humanidad que debemos saldar cuanto antes.