Una mirada a los allanamientos recientes y lo que nos intentan ocultar
En los últimos días, Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires han sido escenarios de violentos allanamientos por parte de la policía en comedores comunitarios, oficinas de organizaciones sociales e incluso domicilios de dirigentes sociales. Estos sucesos han despertado preocupación y resaltan los matices de una Argentina que lidia con prioridades y problemas contradictorios.
Por un lado, la narrativa dominante continuamente resalta la corrupción como una de las mayores amenazas para la sociedad. Sin embargo, llama la atención que esta corrupción esté siempre ligada a sectores populares y políticos que intentan, siquiera mínimamente, mejorar las condiciones de vida de aquellos que más lo necesitan. El doble rasero de esta persecución se evidencia en las diferencias de trato entre los grandes empresarios y estos espacios comunitarios.
La situación se agrava con la injerencia extranjera en la explotación de nuestros recursos naturales, desde el litio y la agroindustria hasta la explotación ictícola y minera en la Patagonia. Sin embargo, estos temas no encuentran espacio en los grandes medios de comunicación que prefieren enfocarse en la supuesta corrupción en comedores comunitarios.
Nos encontramos ante un escenario donde los recursos de la nación están siendo entregados a grandes corporaciones y entidades extranjeras sin la debida supervisión o control, mientras que se persigue a dirigentes sociales y se intervienen sus celulares en operativos que recuerdan a tiempos oscuros de la dictadura.
Además, se añade la influencia de figuras internacionales como Elon Musk, cuyo vínculo con políticos locales como Javier Milei presenta una inquietante relación de poder y negocios. La mirada crítica hacia el manejo económico de sectores clave queda opacada por otras narrativas más convenientes para quienes ostentan el poder y manipulan la información.
El reciente homenaje a Carlos Saúl Menem por parte de Millei, destacando sus múltiples elecciones en cargos democráticos, no hace más que evidenciar la fragilidad de nuestra democracia, constantemente manipulada por intereses corporativos y lobbies poderosos.
Ante este panorama, es crucial no dejarnos distraer por la supuesta corrupción en pequeños actores sociales y poner el foco en quienes realmente manejan los grandes flujos de dinero y recursos en el país. Urge cuestionar las exenciones fiscales a grandes corporaciones y la permisividad con la que operan en detrimento del bien común.
La realidad muestra una brecha enorme entre la persecución a líderes comunitarios y la complicidad con las élites económicas. Es fundamental despertar a esta realidad, comprender las prioridades ocultas y exigir una política realmente comprometida con el bienestar de todos los argentinos, sin caer en la trampa de circos mediáticos que ocultan la verdadera enajenación de nuestro país.
Es momento de abrir los ojos y exigir justicia y equidad para construir una Argentina soberana y justa para todos.