El Éxodo Silencioso: La Otra Cara de la Ciudad de la Furia

El Éxodo Silencioso: La Otra Cara de la Ciudad de la Furia

En el corazón de Buenos Aires, la ciudad más rica de Argentina, se esconde una realidad que pocos quieren ver.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con un presupuesto comparable al de grandes capitales como Madrid, se encuentra en una encrucijada. Aunque los números dicen que es la urbe más próspera de Argentina, la realidad para muchos de sus habitantes es bien distinta. Con industrias desmanteladas desde tiempos de la dictadura, la ciudad de hoy es un centro de servicios, obras públicas e inmobiliarias, sin grandes fábricas ni siderurgia.

En lugar de prosperidad, muchos trabajadores se enfrentan a una expulsión silenciosa y gradual. Esta expulsión no es solo económica sino también de terror. Organizaciones y publicaciones como esta, han documentado como patrullas y grupos disfrazados invitan agresivamente a las personas en situación de calle a abandonar la ciudad. Si se niegan, les quitan sus colchones y frazadas, lo que ha llevado a más de diez personas a morir de frío este invierno.

La realidad se sigue maquillando con discursos sobre una ciudad “verde” y “amable”, pero para los vecinos y vecinas, la historia es otra. Edificios que surgen de la nada y derrumban casas, impuestos impagables, y una presión constante que lleva a muchos a vender sus viviendas y mudarse a la provincia.

Los servicios básicos también están en crisis. La salud pública está colapsada porque muchas personas, ante la dificultad de pagar obras sociales, recurren a hospitales que ya no dan abasto. Además, los transportes públicos subirán sus tarifas en septiembre debido a la eliminación de subsidios, complicando aún más la situación de quienes necesitan trasladarse al centro para trabajar.

En este escenario, es imperativo que los vecinos y vecinas se organicen para enfrentar estos desafíos. La ciudad podrida en corrupción y manejada por empresas necesita un despertar ciudadano. La indiferencia solo alimentará la crisis, y es responsabilidad de cada uno tomar acción para revertir esta expulsión encubierta.