En recientes declaraciones, Jorge Macri, actual alcalde de Buenos Aires, instó al pueblo argentino a darle tiempo a Javier Milei para construir su modelo de Argentina. Este pronunciamiento ha causado revuelo y ha generado numerosas críticas, especialmente en el contexto de la historia política del país.
Los argentinos hemos visto a lo largo de nuestra historia diversas propuestas políticas que, aunque revestidas de nuevas formas, a menudo se sustentan en fundamentos ya conocidos. Jorge Macri, mientras recorría España y Portugal proyectando la imagen de una Buenos Aires próspera, no mencionó que el modelo que Milei busca implementar tiene profundas raíces en episodios críticos del pasado argentino. Desde la caída de Juan Manuel de Rosas hasta los años de la dictadura, pasando por el neoliberalismo de Menem y luego Mauricio Macri, estas ideologías han dejado una marca profunda en nuestra historia.
La narrativa de “dar tiempo” a un nuevo líder no es inédita en la política. Históricamente ha servido para adormecer a un electorado mientras se sientan las bases de políticas que algunos consideran perjudiciales para el bienestar social. Mientras tanto, los partidos libertarios en la Legislatura porteña enfrentan grietas internas que podrían alterar la escena política local. El macrismo, en este entramado, se ve obligado a gestionar alianzas y disidencias que van más allá de los discursos superficiales.
Simultáneamente, proyectos como el de Yamil Santoro para silenciar medios barriales demuestran intentos de controlar el discurso mediático. Aunque algunos, como el periodista Matías Levin, afirman que estas iniciativas no prosperarán, representan escollos y reflejan las estrategias de poder en juego.
En medio de esta maraña política, la realidad de Buenos Aires presenta serios desafíos: el aumento de personas en situación de calle, escuelas en condiciones precarias y un sistema educativo en constante cambio sin una visión clara a futuro. La ciudad enfrenta una paradoja entre la imagen proyectada y las realidades socioeconómicas que intentan ser maquilladas.
Los ciudadanos deben estar atentos a los patrones históricos que parecen resurgir. El modelo que Milei busca desplegar necesita más que nunca de un análisis minucioso por parte de la sociedad, consciente de que la historia puede repetir sus enseñanzas más duras.
