El Parque Uriburu ha sido centro de una lucha vecinal monumental después de que la empresa Esbase y Techint ocuparan una parte de este espacio verde. Federico destaca la pérdida irreparable que esta ocupación ha significado para el lugar: “Es muy difícil recuperar todos los árboles que arruinaron porque eran árboles centenarios”. Aunque las recientes acciones para retirar los restos del obrador y la chatarra almacenada sean alentadoras, Federico recuerda que “todavía no podemos festejar”, ya que el verdadero objetivo es lograr que el parque vuelva a ser “como lo era antes”.
No es la primera vez que la comunidad de Parque Patricios se moviliza para defender sus espacios verdes, un hecho que resalta la importancia de estar alerta y preparados para defender causas que impactan directamente en la calidad de vida urbana. Aunque las autoridades se han comprometido a dar ciertos pasos, los vecinos aún no pueden bajar la guardia. “Lo único que nos dijeron en la reunión con la vicejefa de gobierno y la presidenta de la Junta Comunal fue que nos pongamos contentos porque el día 14 iban a empezar a sacar el obrador”, cuenta Federico, al mismo tiempo que subraya que hasta el momento, estos cambios están lejos de ser concluyentes.
Los vecinos han desarrollado su propia iniciativa para remediar parte del daño ambiental causado por las ocupaciones y ya han comenzado a plantar nuevos árboles en terreno, un esfuerzo comunitario que apunta a revivir un ecosistema que es “de todos los vecinos de la ciudad y de todas las especies que integran ese ecosistema”. Este compromiso se ha hecho tangible en una reciente jornada en la que se plantaron 40 árboles, una labor que erige a los propios vecinos como custodios de su espacio público ante la falta de acción gubernamental.
Ante la falta de un diálogo constructivo con las autoridades, la comunidad no descarta acudir a la justicia para proteger sus derechos y responsabilizar a las empresas que “destrozaron y ocuparon el parque durante más de 12 años”. Federico sugiere que el camino judicial podría resultar efectivo para imputar responsabilidades a Techint y Esbase, y señala que: “Sería bueno empezar a recurrir a esa vía, porque creemos que… algunas empresas deben pagar por lo que hicieron”. Federico invita también a abogados interesados a unirse a la causa, ofreciendo que “se acerquen a la asamblea si están dispuestos a colaborar”.
El movimiento vecinal ha sabido mantenerse unido y proactivo en su misión de recuperar el Parque Uriburu, utilizando tanto las redes sociales como los espacios comunitarios tradicionales. Aquellos interesados en apoyar o conocer más sobre la lucha pueden acercarse a través de las cuentas de Instagram y Twitter de “Devuelvan el Parque Uriburu” o participar en las actividades de la Asamblea de Parque Patricios. Para los vecinos que enfrentan problemas similares, Federico sugiere el contacto con la organización “Basta de Mutilar”, que ha proveído apoyo valioso para esta causa.
El caso de Parque Uriburu pone de relieve el poder de la organización comunitaria en la defensa de los espacios públicos. La determinación de Federación y sus compañeros de lucha inspira a otros grupos y vecindarios a perseverar a pesar de los desafíos. “No es poco lo que pasó esta semana; después de 12 años, todo ese chatarro que no tenía nada que hacer en un parque comenzó a desaparecer”. Las palabras de Federico encapsulan una resuelta esperanza de restaurar lo que fue y podría volver a ser un valioso espacio verde en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La batalla por Parque Uriburu nos recuerda que la lucha por espacios verdes es un desafío continuo, requiriendo persistencia, creatividad comunitaria y, en muchos casos, un compromiso constante para que las administraciones cumplan con la responsabilidad que recae sobre ellas. En un mundo cada vez más urbano, donde los recursos naturales luchan por mantenerse a flote frente a la expansión urbana y la privatización, historias como la de Parque Patricios inspiran a seguir luchando por un futuro en el que la naturaleza y la comunidad convivan en armonía.