Parque Lezama: La Solidaridad a Escena en “Ciudad Solidaria Contra el Hambre”

Parque Lezama: La Solidaridad a Escena en “Ciudad Solidaria Contra el Hambre”

En comunicación con Manuel Alonso, delegado del FOL, nos explicó el objetivo primordial del evento: “Queríamos visibilizar la situación que se vive en la Ciudad de Buenos Aires, a raíz de la política aplicada por el Gobierno Nacional que tiene un impacto particular aquí. El aumento de tarifas y transporte ha forzado a muchas familias a trasladarse a las villas, y con 200.000 personas viviendo en villas y barrios populares, se han paralizado las obras de urbanización”. Sorprende que en “la ciudad más rica del país”, el número de personas en situación de pobreza ascienda a más de un millón y, lo que es aún más grave, 300.000 vecinos y vecinas son considerados indigentes.

El festival no solo sirvió para denunciar la situación, sino también para mostrar que “somos una ciudad solidaria, un pueblo pobre que se organiza”. Esto se hace evidente en los emprendimientos productivos que surgen en los barrios populares a pesar de las adversidades, como las cooperativas textiles y de fabricación de alimentos que resisten con “mucho cariño y amor”. Todo esto cobra especial relevancia en un contexto donde existen “jubilados que cobran la mínima” y en el que el Estado parece no dar respuestas acordes a las necesidades de los más vulnerables, a pesar de que “tiene un fondo anticrisis”.

Manuel también abordó la cuestión de la inseguridad, resaltando como algunos barrios han visto un retiro de las fuerzas nacionales de seguridad dejándolos “librados a la buena de Dios”. Esto alimenta las preocupaciones de “los vecinos que salen a las 5 de la mañana a trabajar” y ven cómo en la ausencia del Estado, fenómenos como el narcotráfico empiezan a ocupar el vacío. En sus palabras: “Ante la tierra de nadie gana el más fuerte, y no es así como funciona”.

El evento no fue solamente un acto de denuncia, sino también un llamado a repensar la ciudad desde el sur hacia el norte. Alonso destaca la oportunidad perdida durante la redacción del nuevo Código Urbanístico, en el que “los desarrollos inmobiliarios fueron priorizados sobre la vida de calidad de los ciudadanos”. Las propuestas de las organizaciones, como el involucramiento de los vecinos en los desarrollos del sur, fueron ignoradas en favor de “intereses en el medio, o por lo que fuera”.

La respuesta de la ciudadanía es un componente clave. A pesar del abismo socioeconómico, “venimos notando cada día mayor comprensión, mayor solidaridad”, dice Manuel. El prójimo, antes crítico, ahora se acerca “a pedir un plato de comida” y los reciben “con una sonrisa tratando de ayudar”. Este acercamiento también se vio reflejado en el festival, donde “vecinos que salían a pasear se frenaban a escuchar, a hablar con las compañeras”, rompiendo así las barreras que durante años se habían levantado entre organizaciones y ciudadanos.

El lema del festival y las conversaciones que tuvieron en el evento pintan una imagen de resistencia y esperanza en tiempos difíciles. En un Buenos Aires que algunos pueden percibir como un paraíso ordenado y próspero, hay una realidad paralela llena de carencias y desafíos que sus residentes enfrentan con una fuerza común. Esta movilización en el Parque Lezama nos recuerda que “la comunidad organizada en las villas es una barrera ante ese avance”, esa indiferencia del gobierno que deja a muchos “olvidados a la buena de Dios”.

En definitiva, “Ciudad Solidaria Contra el Hambre” no solo fue un evento para visibilizar problemas, sino una fuerza movilizadora, un recordatorio de lo que significa la verdadera solidaridad en un metrópoli tan contradictoria como lo es Buenos Aires.