En una entrevista reciente con María Eva Koutsoubitis, coordinadora de la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria de la UBA y militante del Frente de Organizaciones Salvador Herrera, se expuso una preocupante serie de medidas que el actual gobierno argentino está tomando, las cuales amenazan con privatizar uno de los recursos más esenciales para la vida: el agua. Según sus declaraciones, “este gobierno viene por el agua, viene por nuestra agua”, y lamentablemente este tema no está en la agenda pública.
El gobierno nacional busca privatizar Aguas y Saneamientos Argentinos (AISA), continuando con un proceso que considera el agua como un bien más dentro de un régimen de incentivo para atraer grandes inversiones. Este régimen ofrece beneficios aduaneros, cambiarios y regulatorios a proyectos extractivos, los cuales están enmarcados dentro de un contexto que no requiere llevar adelante estudios de impacto ambiental para evaluar los efectos de estas actividades. “Los proyectos extractivos, que aplican para ese régimen de incentivo, tienen máxima prioridad en el uso de insumos”, subrayó Koutsoubitis, elevando una voz de alarma sobre el camino que está tomando el gobierno respecto a los recursos hídricos.
No solo AISA está en peligro. También se plantea la disolución del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Lenosa), un organismo que se dedica a expandir la cobertura de las redes de agua y cloacas en un país donde “siete millones de habitantes no acceden al agua y 20 millones no acceden a la cloaca”. Esta medida acentúa la desigualdad territorial y condiciona severamente “la propia reproducción de la vida”.
En medio de este panorama desolador surge una luz de esperanza desde Rincón de los Sauces, una localidad históricamente dedicada a la actividad petrolera en la que, paradójicamente, “no ha derramado ninguna mejora en la calidad de vida para sus habitantes”. En respuesta, concejales de Unidad Popular han presentado el primer proyecto de ordenanza para crear una mesa participativa por el agua. Este movimiento busca resistir y revertir la privatización de los servicios de agua y saneamiento, una realidad que, según Koutsoubitis, “encareció el acceso al agua, retrocedimos en materia de cobertura y nos alejamos de lo que entendemos que es el paradigma fundamental del agua desde la perspectiva de derechos humanos”.
La situación se agrava con la venta de las centrales hidroeléctricas ubicadas sobre los ríos Limay y Neuquén. “Un disparate absoluto, también en términos económicos”, afirma Koutsoubitis, considerando el esfuerzo nacional requerido para construir estas obras. El peligro que enfrentan las centrales hidroeléctricas subraya la continua pérdida de soberanía sobre los recursos naturales del país. Licitaciones que podrían haber sido recuperadas por el estado han pasado a estar en peligro de ser subastadas al mejor postor, representando una oportunidad perdida para retomar el control estatal de la energía producida.
Otro actor en este drama es la empresa israelí Mecorot, una corporación denunciada mundialmente por prácticas de apartheid hídrico en territorios ocupados. A pesar de su controvertida reputación, Mecorot avanza firmemente en las provincias argentinas bajo acuerdos con cláusulas secretas que comenzaron durante gestiones anteriores, un fenómeno que Koutsoubitis describe como una alarmante pérdida de soberanía. La indignación crece al comprobar que los firmantes de estos convenios son a menudo provincias afectadas por la mega minería que consume millones de litros de agua, intensificando la explotación y degradación del entorno natural.
La creación de mesas participativas como la de Rincón de los Sauces, según Koutsoubitis, es esencial para la defensa de un recurso que se ha convertido en un botín de guerra para muchos actores codiciosos. Estas iniciativas buscan establecer un debate y una refutación directa a la lógica de la mercantilización del agua en Argentina y encienden una chispa de esperanza para “poner en debate una alternativa a esta lógica” que amenaza con instalarse de manera definitiva.
La entrevista con Koutsoubitis concluye con una reflexión sobre la importancia de estos movimientos comunitarios para contrarrestar políticas de privatización y saqueo. “Vienen por el agua, tenemos que defender el agua”, afirma con convicción, destacando la urgencia de estos retos frente a los intereses de corporaciones y gobiernos que parecen haber olvidado el agua como un derecho humano inalienable.
El futuro del agua en Argentina no solo está en juego en los pasillos del poder político, sino también en las calles, comunidades y organizaciones que han decidido decir basta. La resistencia empieza aquí, en lugares como Rincón de los Sauces, donde la población ha optado por tomar la defensa de sus recursos en sus propias manos, haciendo de la causa del agua una prioridad comunitaria y nacional.