La ciudad de Buenos Aires se encuentra inmersa en un periodo de transformaciones y ajustes dentro de su administración de seguridad. A solo semanas de movimientos significativos dentro del gobierno, Maximiliano Piñeiro, un abogado egresado de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, asume el cargo clave de subsecretario de seguridad ciudadana y orden público.
El cambio no es fortuito. Detrás de estas decisiones se entrelazan dinámicas internas de poder dentro del PRO y una creciente crisis de representatividad política. Como se supo, “el jefe de gobierno pidió la renuncia de Waldo Wolf, hombre de Pato Bullrich, hasta donde se entiende, y designó en su lugar al comisario Horacio Jiménez, quien fue jefe de la policía metropolitana durante el mandato de Mauricio Macri”. Este movimiento, al parecer, busca mantener una línea de acción interna libre de influencias que no pertenezcan al núcleo duro del PRO.
Maximiliano Piñeiro, quien anteriormente ocupaba el rol de director general de información y estadística y director general de seguridad comunal e investigación criminal, cuenta con un sólido historial en funciones estratégicas dentro del área de seguridad. Desde febrero de 2023, ha marcado su huella trabajando para fortalecer el análisis de datos relacionados con el delito y la seguridad. Su nombramiento es entendido como “un paso más adelante” en un esfuerzo por consolidar un equipo alineado con los objetivos políticos y de seguridad de la actual administración de la ciudad.
La renuncia de Sequiel Daglio, el antecesor de Piñeiro, ocurre a escasos meses de haber asumido el cargo, y se enmarca en una trama de situaciones complejas y tensiones internas. Daglio había tomado las riendas tras la renuncia de Diego Kravets, quien dejó su puesto para asumir en la SIDE. Sin embargo, la nueva etapa en el Ministerio de Seguridad aclara que no habrá lugar para presiones externas al PRO, aunque los rumores sobre las internas con Patricia Bullrich persisten en el aire.
El tema de las fugas de presos en las cárceles de la ciudad ha exacerbado las preocupaciones sobre la eficiencia y la integridad del sistema de seguridad. Esta problemática se vincula a “una intriga palaciega que se venía dando entre Kravitz, Wolf, Bullrich, y otros, ya que los presos no se escapan solos”. El nuevo liderazgo, se espera, traerá consigo medidas efectivas para abordar estas vulnerabilidades e instaurar un control más riguroso.
Una fuente cercana a Jorge Macri negó cualquier conexión entre la destitución de Daglio y una posible pugna interna. Sin embargo, se destacó que “la nueva etapa en el ministerio no va a permitir presiones de nadie que no pertenezca al PRO”, subrayando el deseo de cerrar filas dentro del partido. No obstante, el rumoreo persiste, sugiriendo que “Daglio era de Bullrich entonces lo sacaron y pusieron a uno del PRO para dar negro”.
Estos cambios reflejan un ajuste mucho más amplio que afecta a diversos niveles del poder político en Argentina. “La crisis de representatividad, de la que tantas veces hemos hecho referencia, no está solo en el frente de todos o en el PRO; está en todos lados y es transversal… están cambiando muchas cosas que tienen que ver con el comportamiento de nuestras sociedades”. Esta situación está enmarcada dentro de una transformación a nivel global que trasciende los límites de la política local.
Con Maximiliano Piñeiro liderando ahora la cartera de seguridad en Buenos Aires, se espera una nueva dirección que no solo busque dar solución a las problemáticas inmediatas como la fuga de presos, sino que también alinee la agenda de seguridad con las transformaciones políticas más amplias. La expectativa recae en que su posición consolidada dentro del riñón del actual ministro de seguridad, Horacio Jiménez, contribuye a que el enfoque se oriente hacia una gestión más cohesionada y libre de presiones externas.
A medida que Buenos Aires avanza a través de estos cambios, las miradas están puestas sobre cómo estos ajustes impactarán en la seguridad ciudadana. En un contexto donde las dinámicas de poder se encuentran en constante flujo, el liderazgo de figuras como Piñero podría determinar un nuevo camino para la seguridad en la ciudad, uno que promete estar cimentado en datos rigurosos y lealtades políticas bien definidas.