En un reciente análisis de la situación del sistema de salud en Buenos Aires, ha salido a la luz un impactante dato: el ajuste presupuestario realizado por el gobierno local en los últimos 17 años equivale a cerrar tres hospitales generales. Aunque esta situación no es una novedad para muchos profesionales de la salud que han sido testigos de estos recortes de manera continua, se ha convertido en un punto de discusión en medio de un contexto de creciente preocupación por la salud pública.
Gabriela Piovano, médica infectóloga, terapeuta e intensivista del Hospital Muñiz, ofrece una visión desde adentro sobre el impacto de estos recortes. En sus palabras, “nosotros acá estamos frente a una política de Estado que viene con una continuidad”, un ajuste que se ha realizado de manera gradual, casi invisiblemente, debido a que la población general aún recordaba un “periodo dorado” en el que muchas personas optaban por servicios privados de salud dejando de lado a los públicos.
Sin embargo, Piovano resalta que este fenómeno no es nuevo, sino el resultado de años de políticas que empezaron con la gestión de Mauricio Macri al frente del Ejecutivo local. Según ella, “los primeros meses que asumen Macri en la ciudad, empiezan a disminuir el descenso de la mortalidad infantil, lo que quiere decir que empezó a aumentar nuevamente la mortalidad en la ciudad por haber quitado esos programas de atención primaria”.
Además, Gabriela destaca el papel de la pandemia, que en cierto modo sirvió para revelar aún más las deficiencias del sistema de salud. Aunque durante este período “el sistema de salud se robusteció”, esto fue más bien una medida temporal y vinculada a los recursos proporcionados por el gobierno nacional. No obstante, en la ciudad, “se ha seguido manteniendo, digamos, la misma cuestión” de depender de recursos externos a pesar de vivir en una realidad de ajuste permanente.
Las consecuencias de estos recortes son palpables. “Imagínate que tres hospitales menos son, qué sé yo, tres mil camas menos”, explica Piovano. Esto conlleva esperas eternas para obtener un turno tanto en los hospitales públicos como en los privados. Esta situación ha sido apuntalada por un sistema de salud privatizado en crecimiento, con empresas de salud fungiendo como intermediarias y absorbiendo una parte significativa de los recursos.
Pero Gabriela Piovano no se detiene solamente en la denuncia; también ofrece un análisis de las cuestiones estructurales que alimentan esta crisis. La especialista indica que no sólo está en juego la disponibilidad de infraestructura y recursos humanos, sino también la calidad del diálogo político con los sindicatos del sector salud, que en lugar de responder a las necesidades del personal, muchas veces operan “al servicio de la patronal”.
Piovano subraya la falta de conocimiento y resignación de la población en general sobre estos asuntos. Según ella, “acá el tipo que labura no tiene la más puta idea, ni la más puta idea”, y esto se traduce en una aceptación pasiva de la realidad. La especialista expresa su frustración, resaltando que muchas de las deficiencias actuales están enmarcadas en decisiones políticas drásticas cuyas consecuencias suelen pasarse por alto en la agenda pública y mediática.
En un contexto donde celebraciones como el Día Internacional de la Salud permiten visibilizar estas problemáticas, Piovano insiste en la importancia del trabajo colectivo: “En todos lados hay gente que lucha, que se organiza”, señala, refiriéndose a diversos grupos y frentes que buscan reivindicar el derecho a la salud pública.
La médica cierra con un llamado a la acción y a la esperanza, subrayando que “unámonos, existemos realmente en la rebeldía, en dejarnos juntos, en apañarnos también entre nosotros”, a pesar de las serias adversidades que enfrentan los sectores más vulnerables de la sociedad.
En resumen, la realidad del sistema de salud en Buenos Aires se encuentra en un momento crítico. Los ajustes sostenidos y la falta de una estrategia inclusiva y eficiente para enfrentar el incremento de la demanda en salud pública han dejado a la ciudad con recursos insuficientes, tanto materiales como humanos. El desafío radica en encontrar soluciones colectivas a este problema estructural, mientras se pone en evidencia la magnitud de la crisis. Es una llamada urgente para todas las partes interesadas, desde los legisladores hasta el personal de salud y la ciudadanía, para trabajar juntos en busca de una recuperación y mejor planeación a futuro.