La Universidad de Buenos Aires: un año después de la gran marcha federal universitaria

La Universidad de Buenos Aires: un año después de la gran marcha federal universitaria

Las movilizaciones de hace un año marcaron un hito en la historia contemporánea de las universidades argentinas. Bonfante recuerda que aquellos movimientos “fueron de las más grandes durante la era Milley”, mostrando una clara desaprobación hacia “ajustes en la universidad”. A lo largo de este año, el discurso público ha sido un campo de batalla, donde se han enfrentado opiniones sobre la gestión y el fin de la educación superior pública.

No sorprende que un año después, el reclamo persista y que sea necesario volver a las calles. “Después de la movilización del 23 de abril, se conquistó el presupuesto para el funcionamiento de las universidades, pero quedó afuera el problema salarial de los docentes y docentes”, comparte Bonfante. Para muchos dentro del sistema universitario, este problema simplemente “parece que no existe.”

La comunidad universitaria enfrenta no solo la lucha por salarios dignos, sino también por la infraestructura básica necesaria para un aprendizaje y un desarrollo institucional adecuado. Las condiciones de vida de estudiantes y profesores se ven asfixiadas por cuestiones económicas que exceden el ámbito universitario, reflejando un panorama complicado. “Muchos docentes ya están teniendo que buscar otra fuente de trabajo porque les es más redituable dejar de ir a trabajar que seguir pagándose los viáticos para cobrar tampoco”, explica el secretario general del Centro de Estudiantes.

La falta de ajustes salariales adecuados ha llevado a situaciones precarias. “La mayoría labura para estudiar, otros laburan para enseñar, y a ninguno le alcanza”, dice Bonfante. Esta situación se ve agravada por el último aumento de la inflación, que ascendió a un 3,7%, afectando así a la clase trabajadora en todos los niveles.

El problema presupuestario no solo impacta a docentes y trabajadores, sino que también se refleja en la vida cotidiana de los estudiantes, quienes sufren las limitaciones en tiempo y recursos. Bonfante expresa: “Yo, por ejemplo, estudio y trabajo al mismo tiempo. La verdad es que se hace muy difícil cursar con los horarios que hay para las materias, muchas son en horario laboral.”

Además de los problemas relacionados con horarios y recursos, la logística de la movilidad urbana se convierte en un desafío. “Este mes además me arreglaron el alquiler, y se da una cantidad de plata que es muy difícil de pagar”, añade. Muchos estudiantes esperan por la implementación de la ley de boleto educativo para los universitarios, una conquista que aún no ha sido llevada a cabo debido a la inacción de las autoridades locales.

Bonfante no solo está preocupado por la educación, sino también por el contexto político que rodea estas decisiones. “La necesidad de construir una oposición que sea más en serio, ¿no?, al modelo PRO en la ciudad” es una de sus referencias directas al espectro político local. Del mismo modo, su crítica alcanza al radicalismo, quien junto al PRO, ha gobernado la ciudad durante mucho tiempo.

En la medida que aquellas demandas históricas no han sido atendidas en su totalidad, Bonfante anticipa nuevas movilizaciones, con una “tercera marcha federal educativa para mayo”, un esfuerzo colectivo por “construir la unidad de esa marcha.”

Al cierre de la entrevista, Bonfante reflexiona sobre la importancia de estas manifestaciones y paros, y menciona que para un balance completo aún es necesario observar cómo finalizan las acciones actuales. “Los paros se vieron muy importantes, y bueno, hay que empezar a volver a poner esta discusión sobre la mesa y hacerlo también de la mano de otros sectores que la vienen reclamando”, añade, resaltando la necesidad de continuidad y diálogo interseccional dentro de la protesta.

La semana al conmemorar la marcha federal universitaria llama a la reflexión sobre lo que se ha avanzado y los numerosos desafíos que persisten. La universidad pública sigue siendo un bastión de diversidad, aprendizaje, y resistencia, y mientras el eco del pasado sigue presente, las voces actuales todavía demandan cambio y justicia en un escenario que, un año después, no ha cesado su lucha.