El 18 de mayo pasado, la ciudad vivió un día crucial con elecciones legislativas que dejaron en claro una alarmante tendencia: el 50% del padrón electoral decidió no participar. “El conjunto de la población de la ciudad no se siente convocado por un gobierno que ya hace 18 años que está en el poder”, señaló Spataro. Este abstencionismo es un reflejo de una creciente crisis de representación que sacude no solo al gobierno local, sino también al nacional.
Con 18 años de gestión del mismo partido, Spataro enfatiza la disparidad entre los recursos disponibles de esta “ciudad que es la más rica del país” y las carencias que enfrenta su población. A pesar de contar con “un fondo anticíclico de más de 450 millones de dólares”, la ciudad aún enfrenta problemas de infraestructura, tales como inundaciones recurrentes, y carece de espacios verdes esenciales para el bienestar de sus habitantes.
El impacto de esta crisis de representación también se evidencia en la elección de Adorni, un candidato que, aunque pertenece a una versión renovada y más extrema del partido gobernante, apenas obtuvo el 15% de los votos posibles cuando se evalúan sobre la totalidad del padrón electoral. “Solamente 15 de cada 100 votaron Adorni”, explicó Spataro, destacando la desconexión entre los políticos y la población a la que representan.
Otro aspecto crítico destacado por Spataro es la falta de confianza en la política, especialmente entre los sectores más necesitados. Localidades como la Comuna 4 y la Comuna 8 demostraron una concurrencia aún menor que el promedio al no alcanzar ni siquiera el 50% de participación. “Quienes más necesitan de la política, son los que menos creen” en sus promesas, remarca, llamando a un nuevo compromiso de las organizaciones populares para revertir esta tendencia.
La desconexión entre el discurso político y las verdaderas necesidades de los ciudadanos ha originado una cultura de desencanto y pasividad. Los recuerdos de épocas donde militar era un acto cotidiano contrastan dolorosamente con el presente, donde involucrarse en política es visto con escepticismo. “El poder, decididamente, busca aislar a las organizaciones populares”, comentó Spataro, señalando un intento continuo de desacreditar cualquier movimiento que pudiera incitar al cambio.
En un contexto donde líderes sindicales como Rody Aguiar están bajo amenaza, el clima de odio y desconfianza solo aumenta. “Si estas lógicas empiezan a ganar en el presente”, advierte Spataro, “nuestra democracia cada vez se va a acabar más”. El activismo social se vuelve entonces no solo un derecho, sino una necesidad.
La CTA no se queda con los brazos cruzados ante esta realidad. Con propuestas legislativas en curso, busca representar la voz de los trabajadores en espacios oficiales. Desde el reconocimiento salarial para las cocineras de comedores comunitarios, que hoy en día no reciben retribución alguna a pesar de su ardua labor, hasta proyectos para abordar la tarifización y bajos salarios en cooperativas, la central está comprometida en promover un cambio tangible.
“Estamos diciendo que hay que subir el sueldo a un trabajador que gana 500.000 pesos”, indicó Spataro, subrayando la desproporción entre el salario y el costo de vida en la ciudad. Con alquileres exorbitantes, actualmente calculados en 500.000 pesos para un monoambiente, el llamado a la participación y la movilización es más urgente que nunca.
La solución pasa por una participación más activa y consciente. En las palabras de Spataro, “fundamental la participación, en todos los ámbitos”, recalcando la necesidad de que cada ciudadano encuentre su espacio para contribuir al cambio. La construcción de una nueva sociedad, una que refleje verdaderamente las necesidades y aspiraciones de sus ciudadanos, solo será posible si se fomenta un compromiso activo desde todas las esferas sociales.
En conclusión, mientras la crisis de representación se profundiza en Buenos Aires, es imperativo que la ciudadanía tome el control de su destino político. La voz de cada individuo, canalizada correctamente a través de instancias participativas, puede y debe ser la herramienta de transformación que rompa con la inercia del pasado y construya un futuro más equitativo para todos los porteños.