El origen del fenómeno “El Eternauta” se remonta a sus raíces en la historieta, un “género literario que no es menor”, como se reivindica en la conversación con la antropóloga Cristina Sotile. En una reciente entrevista, Sotile subraya la importancia de reconocer a la historieta como una herramienta poderosa e inclusiva de divulgación popular, con “dibujos y diálogos” que la hacen “más comprensible” para todos los públicos en comparación con formatos más convencionales como los textos extensos o las obras teatrales.
Al reflexionar sobre la serie, Sotile captura la esencia de este relato: no es una historia de un héroe aislado, sino de un grupo que enfrenta calamidades juntos. Juan Salvo, el protagonista, “no es un héroe que se salva solo” ni tiene “poderes mágicos”. Su fortaleza reside en la comunidad, en la colaboración de todos los personajes que lo rodean. “Nadie se salva solo, nadie se salva”, destaca Sotile como una de las frases más memorables y significativas de la narrativa.
La serie, además de su trama intrínseca de ciencia ficción, ofrece un potente espejo para reflexionar sobre la sociedad y política contemporánea. “El valor que tiene es la cuestión de estar exhibiéndose a nivel mundial con un éxito que yo creo que no preveían”, comenta Sotile, quien también destaca cómo el show “está despertando preguntas” y generando “rechazos a determinadas conductas” relacionadas “con la crueldad y el individualismo”.
Al referirse a los elementos que causan incomodidad en algunos sectores de la audiencia, Sotile señala que la serie “pone arriba de la mesa” cuestiones profundas de la identidad argentina, como la soberanía y la memoria histórica. Inclusive, temas como las Islas Malvinas son tratados sin omisión, apareciendo “como Islas Malvinas, aún en el doblaje inglés, en la mismísima Inglaterra”. Resurgen también figuras fundamentales como Oesterheld y se plantea sus trágicas vivencias durante la última dictadura militar argentina, lo que indirectamente ilumina “los crímenes de la dictadura”, un tema que sigue siendo candente y divisivo en el discurso público.
Este tipo de contenido lleva consigo una carga que, según Sotile, es inevitablemente política. “No hay que politizar”, comentan algunos incómodos ante la serie. Sin embargo, como ella aclara, “todo es ideológico. Hasta decir no hay que politizar es ideológico”. Lejos de ser una obra neutral, “El Eternauta” es un testimonio de su tiempo, elaborado en un periodo histórico convulso en Argentina, poco después de “los bombardeos de Plaza de Mayo” y el “golpe de la dictadura de Rojas, Aramburo, etcétera”.
En el contexto actual, la serie llega a ser más que una manifestación cultural, constituye una plataforma para revivir debates necesarios sobre el valor de lo colectivo sobre lo individual. En un mundo donde prevalece el discurso de la “meritocracia y el individualismo”, la narrativa de la serie nos invita a recordar que “los argentinos queremos vivir de otra manera” y en una unidad que “nos sintamos orgullosos de lo propio”.
Para Sotile, reconocer el poder de lo cultural es esencial para “producir puntos de inflexión en los lineamientos de la historia”. Así, “El Eternauta” no solo revitaliza el interés por la historia de Argentina y su rica tradición de historietas, sino que también plantea una profunda reflexión sobre nuestro papel en el colectivo y en la construcción de un futuro diverso y más allá de las traumáticas divisiones del pasado.
Finalmente, Sotile subraya un mensaje de esperanza: “Aprovechemos estos golpes de suerte que nos da la cultura. Y, bueno, querrámonos un poco más entre nosotros”. Con la mirada puesta en el futuro, “El Eternauta” nos ofrece no solo un viaje de ciencia ficción, sino una oportunidad para redescubrir nuestra identidad y la potencia de unirnos como sociedad para enfrentar las adversidades.
En resumen, “El Eternauta” desde Buenos Aires se proyecta como un faro cultural, recordándonos la importancia de las narrativas colectivas y de enfrentarnos juntos a los desafíos globales. El interés mundial en la serie no solo destaca la creatividad argentina, sino que invita a una conversación más amplia sobre comunidad, resistencia y memoria, esencias vitales para nuestra humanidad compartida.