Giselle Tepper, integrante de la agrupación Hijos Capital, ha expresado su rechazo contundente a estas decisiones, señalando que “no es una decisión judicial, es una decisión que toma directamente el Servicio Penitenciario Federal”, atribuyendo la responsabilidad a sectores políticos específicos, como el encabezado por Patricia Bullrich. Este traslado evidencia para las víctimas y sus familiares un desdén por las luchas llevadas a cabo para juzgar y condenar a responsables de crímenes atroces.
La catástrofe carcelaria en Argentina es una realidad innegable. La sobrepoblación en penales y las condiciones inhumanas de reclusión son problemas estructurales que exigen soluciones urgentes. Sin embargo, Tepper subraya que “19 genocidas menos no resuelven la situación estructural de las cárceles”. La comunidad encuentra incomprensible y ofensivo que se utilice el argumento de la superpoblación penitenciaria para justificar privilegios a quienes perpetraron violaciones masivas a los derechos humanos, la mayoría de las cuales aún está lejos de superarse.
Por otro lado, el caso de Cristian von Wernich, sacerdote condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, intensifica el debate. Él busca obtener autorizaciones para salidas transitorias a Corrientes, afirmando que “sería para poder fortalecer los vínculos familiares, con un trato desde un carácter humanitario”. Sin embargo, Tepper enfatiza que “la única palabra que se espera de Von Wernich o de cualquiera de los genocidas es que diga dónde están los cuerpos de los desaparecidos y los nietos de las abuelas”. Esta frase resume el profundo dolor de las víctimas, siempre postergadas en un proceso de búsqueda interminable por justicia y verdad.
El contraste entre lo que ocurre en Campo de Mayo y las luchas de derechos humanos se hace evidente al describir las condiciones de la instalación. Transformado de un antiguo centro clandestino de detención en una cárcel VIP, el lugar ofrece “celdas individuales, campo de deportes, quincho”, además de regímenes de visita y otras comodidades bastante alejadas de la realidad de otras instituciones penitenciarias. “Es un vaciamiento silencioso pero contundente de la memoria, la verdad y la justicia”, sostiene Tepper.
Reflexión y balanzo histórico de lucha
La indignación se amplifica al recordar los 30 años de la agrupación Hijos, nacida en el seno de una lucha inclaudicable por la memoria de los 30,000 desaparecidos y la verdad de las atrocidades cometidas durante la dictadura. Tepper denuncia que “estos planes de impunidad y reuniones del gobierno facilitan un cumplimiento de condenas en condiciones de privilegio a quienes no rompen los pactos de silencio”. Las políticas públicas sostenidas por organismos de derechos humanos se ven amenazadas mientras se intenta garantizar una vida digna y una memoria activa que recuerda la historia mustia de los crímenes de Estado.
Las conquistas obtenidas a lo largo de las tres décadas de Hijos son innegables, pero también lo son los desafíos y pendientes. “Entra que sigamos teniendo pobreza en nuestro país, que sigamos teniendo pérdida de soberanía”, enumera Tepper. La lucha por la memoria, la verdad, y la justicia se despliega como un paraguas simbolizando valores fundamentales con resonancia no solo en el pasado, sino en el tejido social contemporáneo de Argentina.
El Efecto Eternauta en la lucha por la memoria
Un rayo de visibilidad para estas luchas ha sido la serie sobre El Eternauta, que ha “reactivado la difusión” de la búsqueda de identidad entre aquellos nacidos en cautiverio. Tepper subraya que si bien “la búsqueda sigue”, la serie ha facilitado la llegada del mensaje a lugares usualmente ajenos a estas conversaciones, evidenciando “la falta de información que hay sobre el tema”. La serie embellece el recuerdo del legado Westerheld y le confiere un nuevo auge que resuena en la conciencia y movilización social.
La búsqueda desalienta el silencio. Por ello, se insta a quienes nacieron entre 1975 y 1983 y dudan de su identidad a acercarse a Hijos, abuelas y la Conadi para hilvanar la historia personal en el tapiz vasto de la recuperación de identidades perdidas y romper el ciclo de silencio establecido por el terror de Estado. La participación ciudadana y el entusiasmo por la verdad y la justicia se tornan esenciales en este proceso.
El horizonte: Un llamado a la acción colectiva
El panorama que enfrenta Argentina en estos días se presenta como un reto monumental, lleno de relatos de perseverancia y resistencia contra la corriente. Tepper finaliza con un llamado a seguir luchando, a no olvidar el abrazo a “madres y abuelas” y a mantener viva la llama de la esperanza en estos tiempos inciertos. En efecto, la justicia y la memoria son armas poderosas para combatir las sombras del olvido y el negacionismo.
El destino de los genocidas en Campo de Mayo es, por lo tanto, una interrogante nietzscheana que cuestiona la brújula moral de quien pasa las páginas de la historia sin leerlas. Las palabras de Giselle Tepper resuenan con un eco de urgencia: el entramado de políticas actuales y futuras debe revelar sin lugar a dudas el compromiso con un pasado que sigue latiendo inconcluso en el corazón de un país que no olvida.