El diputado y periodista Carlos del Frade, un conocedor del entramado social y político de Santa Fe, ha aportado detalles cruciales sobre la conexión entre Vicentín y el tráfico de cocaína. La preocupación no es nueva, pero este evento la revitaliza y la pone en un primer plano alarmante.
En abril de este año, un cargamento inesperado fue descubierto en el puerto de San Lorenzo, propiedad de Vicentín. “Llegó un cargamento de 476 kilos de cocaína, casi media tonelada”, reveló del Frade, refiriéndose al sorprendente hallazgo hecho por el capitán de un buque de bandera de las Islas Marshall. La tripulación filipina reportó el descubrimiento a la Justicia Federal de San Lorenzo, desatando una serie de interrogantes sobre la verdadera naturaleza de las operaciones en la región.
Lo más desconcertante de este episodio no fue solo la cantidad de droga incautada, sino la confesión del cocinero del barco, quien afirmó que el cargamento de cocaína había sido inicialmente cargado en Montevideo, Uruguay, y que el puerto de Vicentín era su próximo punto de carga. “Nosotros hacemos estos cargamentos de cocaína desde Vicentín de dos a tres veces por mes”, aseguró el cocinero, sugiriendo una normalización aterradora de estas actividades delictivas.
Este caso saca a flote tres aspectos fundamentales, según del Frade. Primero, “la ruta de la cocaína por el río Paraná viene desde la dictadura”, haciendo referencia a antecedentes históricos de contrabando durante gobiernos autoritarios en la región. Segundo, la implicancia de grandes empresas en estos negocios ilícitos es irrefutable: “Son las grandes empresas los que manejan los grandes puertos”. Finalmente, del Frade sugiere que esta maniobra de narcotráfico se utiliza estratégicamente como un medio de control social.
El contexto en el que se menciona a Vicentín es, sin duda, complejo. Del Frade sostiene que “Patricia Bullrich y otros líderes aprovechan estas situaciones para implementar medidas de control”, reflejando una conexión inquietante entre las políticas de seguridad y un posible alineamiento con estrategias estadounidenses de militarización interna.
Además, del Frade pone en debate el rol de la comunicación y cómo se ignoran los reportes sobre estas complicidades potencialmente fatales. “Los puertos son privados, donde ni siquiera el SENASA u otros organismos de contralor pueden ingresar a controlar libremente”, dijo, sugiriendo que tales instalaciones operan como embajadas impenetrables.
El retiro del SENASA ordenado por Mauricio Macri a pedido de las multinacionales resalta la complacencia del sector público para permitir que los intereses privados gestionen su seguridad, what unserta them in influential positions within the commercial corridors through which illicit substances flow.
Por último, las implicaciones políticas de estos sucesos no pasan desapercibidas para del Frade. Señala la posibilidad de vínculos secretos entre las campañas electorales y el narcotráfico, usando “distintas cajas de grandes empresas”, lo que inevitablemente arroja sombras sobre la integridad de las prácticas políticas y de financiamiento en Argentina.
En cuanto a las soluciones para un problema tan profundamente arraigado, propuso que la clave radica en “cortar los flujos de dinero”, una medida extremadamente complicada en un país que prioriza las finanzas sobre la producción. Sin embargo, los programas que fomentan el trabajo y la producción podrían ofrecer a los jóvenes alternativas realistas al reclutamiento por parte de las organizaciones delictivas.
El caso Vicentín no solo evidencia las conexiones ilícitas con el narcotráfico, sino que también obliga a replantear las políticas de seguridad, la regulación de puertos y las responsabilidades corporativas. Esto insta a una revisión crítica del sistema actual que, según del Frade, convierte a los jóvenes en “consumidores consumidos”.
Es imperativo que los políticos, las fuerzas del orden público y la sociedad civil adopten medidas eficientes y transparentes, no solo para sancionar el crimen sino para ofrecer alternativas viables que desalienten el involucramiento en estas redes ilícitas. La situación en Vicentín podría ser un catalizador para acciones significativas, pero solo si esos en el poder eligen confrontar la verdad con acciones decisivas y no seguir perpetuando un sistema que facilita el tráfico de influencias y el crimen.