Tensión y Resistencia: El Escenario Crítico del Periodismo en Buenos Aires

Tensión y Resistencia: El Escenario Crítico del Periodismo en Buenos Aires

En el corazonado clima de Buenos Aires, una ciudad que ha sido testigo de importantes movimientos sociales y políticos, emerge un deteriorado escenario para los periodistas y todos los que participan en la cadena de producción informativa: reporteros gráficos, técnicos y otros trabajadores de la comunicación. En una charla reveladora, Matías Cardone, Secretario de Actas del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba), expresó su preocupación sobre la escalada de ataques, no solo simbólicos sino también físicos, que están afectando a este colectivo.

El aumento de la agresividad ha sido notorio en torno a las manifestaciones, especialmente las ocurridas cada miércoles frente al Congreso. “Creo que hay dos, el ataque viene por dos lados, uno es el simbólico, que es el presidente usando las redes para denostar la profesión”, menciona Cardone, subrayando cómo estas acciones “generan un clima en la sociedad”. Este clima, según explica, encuentra sus raíces en un discurso hostil que ha calado profundamente en la percepción pública.

La situación en las calles no es mucho mejor. Los periodistas, en muchas ocasiones, se han convertido en víctimas de un contexto represivo del que es difícil escapar. “Particularmente los fotógrafos son reprimidos, agaciados”, relata Cardone, destacando la política deliberada de intimidación que parece implementarse cada vez que se presenta un evento. En esta estrategia convergen, como afirma, intereses de ciertos sectores político-mediáticos que buscan amedrentar y reducir la cobertura de los hechos.

Uno de los casos más emblemáticos de esta situación fue el de Pablo Grillo, un reportero gráfico que sufrió un ataque brutal que se convirtió en símbolo de la represión hacia la prensa. Para Cardone, no reconocer que este es un plan deliberado es ignorar la realidad. “Es acallar las voces, porque su plan, que me parece que está saliendo bien en algún punto, es una democracia de baja intensidad”, reflexiona.

Pero la violencia no es el único frente de batalla. El debate interno sobre la profesión y el rol de cada uno dentro de este panorama es otro tema candente. “Yo creo que hay un sector de compañeros del periodismo… que están de acuerdo con el plan económico”, observa Cardone, señalando la existencia de un sector que se siente alineado con ciertas políticas económicas a pesar del rechazo generalizado a sus modos.

En este sentido, el sindicato ha tenido que jugar un papel crucial para unir y proteger a todos los trabajadores del gremio ante estas adversidades. Y es que, como dice Cardone, “hay veces que yo me pregunto dónde están las organizaciones de periodistas” cuando surgen estos ataques. Su ausencia o silencio en momentos críticos contrasta con su presencia en otras épocas, un hecho que Cardone no deja de poner en evidencia.

La labor de Sipreba ha sido clara: defender a todos los trabajadores, sin importar en qué lado del espectro político se encuentren. La organización tiene el desafío de integrar también a aquellos que trabajan en medios autogestivos, a menudo considerados de “segunda categoría” por otras instancias más tradicionales de la profesión. “Nosotros peleamos mucho para que los laburantes de prensa se consideren trabajadores, o sea, primero trabajadores y después de prensa”, afirma Cardone, enfatizando la importancia de reconocer el valor de todas las voces en la construcción del debate público.

El incremento de los ataques físicos ha motivado un esfuerzo adicional del sindicato para exigir a los medios el equipamiento necesario que garantice la seguridad de sus trabajadores en el campo. “Exigieron desde el sindicato a los medios de comunicación… máscaras antigases, de todo el equipamiento de seguridad que hoy por hoy es tan necesario”, comenta Cardone en referencia a las precauciones instrumentadas para salvaguardar a los periodistas.

El diálogo se profundiza al abordar la saña con la que las fuerzas de seguridad actúan en las manifestaciones. Esta violencia parece ser parte de un protocolo deliberado, donde los efectivos permanecen por extensas jornadas en un intento por exacerbar sus estados emocionales. “Me parece que es un plan de ella para que esa persona esté en estado de emoción violenta en ese momento”, declara Cardone, atribuyendo tal esquema a estrategias políticas superiores comprometidas con el silenciar y controlar cualquier resistencia posible.

El secretario no evita abordar la complicidad indirecta que algunos empresarios de medios han mantenido con este estado de cosas. “Los empresarios de medios antes de eso precarizaron, usaban la pauta oficial como que les cantó, no pagaron buenos salarios, no hicieron buen periodismo”, resume Cardone aludiendo a un ciclo pernicioso donde lucrar con la discordia ha priorizado sobre la calidad informativa.

Este complejo panorama, donde la represión y el discurso simbólico coexisten y se retroalimentan, presenta un desafío monumental para los trabajadores de la prensa que día a día arriesgan su integridad no solo en las calles sino también al navegar en los matices ideológicos que atraviesan su profesión. En un mundo donde construir realmente un mejor periodismo es sinónimo de enfrentar múltiples obstáculos, la arenga de Cardone resuena: “Nada, yo sé que es más intangible el debate, pero los que comunicamos no tenemos que hacer esa pregunta… A veces hay que hacer un ejercicio cuando te levantás a la mañana y es pararte y decir, bueno, lo voy a hacer desde el punto de vista del trabajador”.