En un apasionado llamado a la acción, Cullen describe el contexto actual como un “ataque feroz y múltiple” a la cultura nacional, en especial con la emisión de los decretos 345 y 346 de este año. Uno de estos decretos es responsable de la disolución del Instituto Perón, una acción que Cullen califica de “totalmente anticonstitucional”. “La propia Ley de Facultades Especiales que le dio el poder al Presidente para emitir este tipo de decretos establece que no pueden disolver organismos de cultura”, explica Cullen, subrayando la ilegalidad del acto.
Pero la ofensiva se extiende más allá del Instituto Perón, afectando directamente al Instituto Nacional del Teatro y a la Conabip. Estas instituciones son esenciales para el resguardo de la identidad cultural argentina y su historia, sostiene Cullen. Además, están amenazadas por la reducción o eliminación de su carácter federal. Según Cullen, “el decreto de Miray lo que hace es destruirlo por completo”, comprometiendo el futuro de numerosas salas de teatro y bibliotecas populares en todo el país.
¿Por qué es tan crucial que estas instituciones permanezcan intactas? “Se trata de resguardar nuestra identidad como argentinos y argentinas”, señala Cullen. Las bibliotecas populares no solo representan un espacio de esparcimiento y acceso a la lectura, sino que son vitales para preservar las raíces culturales de la nación. Los ataques a institutos históricos, como el belgraniano y el browniano, son percibidos por Cullen como intentos deliberados de erosionar gestas de independencia y soberanía, socavando así los pilares de la identidad nacional.
Cullen aborda el impacto de la narrativa simplista que algunos sectores del gobierno y medios de comunicación difunden: “¿Por qué con mis impuestos tengo que sostener una sala de teatro en un pueblo de Chubut?”, se pregunta retóricamente, consciente de los argumentos que trivializan el valor de estos espacios. Su respuesta es clara: las bibliotecas populares son a menudo la única puerta de acceso a la cultura y el conocimiento en lugares donde las opciones son limitadas. “No hay biblioteca que tenga tres personas a las que asisten, sino que en muchos casos son el único espacio para acceder al libro en el pueblo”, enfatiza.
Esta lucha no es solo contra la desfinanciación, sino contra el intento más amplio de transformar el estado argentino mediante la desaparición de su tejido cultural. “Venían a destruir el Estado, pero detrás del Estado en este caso hay cultura, hay historia, hay memoria, hay patrimonio que debe ser resguardado para todos los argentinos y argentinas”, advierte Cullen.
En cuanto a las acciones de resistencia, Cullen destaca que la sociedad civil está movilizándose en defensa de sus instituciones culturales. Federaciones, bibliotecas y un colectivo conocido como Bibliotecas Populares en Lucha están intensificando sus campañas para concienciar sobre estos decretos. Además, un sector significativo de actores del teatro independiente se ha unido al movimiento, reconociendo la brutalidad de este ataque.
Aunque la tarea es ardua, Cullen expresa cierto optimismo al señalar que “muchos legisladores, incluso de algunos de ellos que son los que le han firmado las facultades delegadas al presidente, nos dicen que tienen la intención de revertir esta situación en el Congreso”.
El camino a seguir incluye movilizaciones al Congreso y diálogo activo con legisladores para asegurar la supervivencia de las bibliotecas y teatros. Entre las próximas acciones, Cullen anticipa actividades en julio, antes del receso de invierno, para mantener la presión sobre el gobierno.
Finalmente, Cullen subraya la importancia de redes sociales como un recurso para mantenerse informado y activo. “En redes sociales, por ejemplo, Conabip en Peligro y BP en Lucha están difundiendo en particular lo que sucede con la Comisión de Bibliotecas Populares”, explica, sugiriendo que estos espacios digitales se están convirtiendo en campos de batalla cruciales para la batalla cultural.
En este complejo panorama, algo es claro: la defensa de la Conabip y otras instituciones culturales no solo trata de preservar espacios físicos, sino de proteger la esencia misma de lo que significa ser argentino en un tiempo de rápidas transformaciones. El llamado de Cullen es un recordatorio de que, aunque asediada, la cultura sigue siendo una línea vital de resistencia y esperanza.