Las leyes aprobadas incluyen un aumento del 7,2% en las jubilaciones, así como la continuidad de la moratoria previsional. Guillermo explica que este peculiar porcentaje se debe a un ajuste necesario para corresponder con la inflación no cubierta del pasado mes de enero, cuando los precios subieron un 20%. A pesar de que el aumento es un paso adelante, los propios legisladores admiten que “es algo bastante pequeño y que no soluciona nada”, como reconoce Guillermo al comentar sobre el alcance limitado de estas medidas.
Defays señala que la comunidad de jubilados vive una realidad económica que escapa a las cifras oficiales de inflación. Al estudiar las alzas de precios con una mirada crítica, se concluye que “el IPC está como 10 puntos por debajo de la inflación real”. Este desfase incide directamente en el poder adquisitivo de los jubilados, quienes deben enfrentar el aumento constante del costo de vida sin que sus ingresos reflejen estos cambios.
La historia también pesa sobre las espaldas de los jubilados. Desde el fin de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, el sector ha sufrido numerosos golpes económicos. Durante el mandato de Mauricio Macri, se evidenció una pérdida del 18% en sus haberes. Con la suspensión de la movilidad jubilatoria en 2020, “las jubilaciones bajas le empatan a la inflación, pero las altas perdieron más de un 10%”. Estas pérdidas se profundizaron aún más con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que provocó una caída de más del 30% en los ingresos de los jubilados y trabajadores activos.
A estas pérdidas tangibles se suman las que, aunque menos visibles, son igual de perjudiciales. Como indica Defays, existe una “pérdida de lo que los economistas llaman el salario indirecto”, donde se incluyen elementos esenciales en la vida de un jubilado, como el acceso a medicamentos y otros servicios esenciales. La gratuidad o los descuentos en remedios necesarios como el Ometrazol se han recortado, aumentando así la carga económica para los jubilados.
Guillermo también aborda los costos incalculables que cada persona enfrenta, dado que las necesidades médicas y personales varían ampliamente. Sin embargo, estima que la pérdida mínima sufrida es del 30%, a la que se suman otros gastos que agravan la situación económica de cada jubilado.
La reciente victoria en el Congreso, sin embargo, va más allá de los números. A nivel simbólico, representa una resistencia significativa frente al gobierno y sus “satélites”. A pesar de las amenazas previas del oficialismo de vetar estas leyes, parece que hay un temor al rechazo social que puede provocar un veto presidencial, ya que “si hay un veto presidencial pero después las cámaras lo ratifican por las dos terceras partes de los miembros, la ley queda firme”. Por ahora, el gobierno está en plena negociación para evitar este escenario.
En el Senado, el apoyo a estas leyes no fue unánime. Guillermo recalca que el aumento de las jubilaciones se aprobó por unanimidad, pero la continuidad de la moratoria previsional enfrentó una oposición más fuerte, particularmente del bloque radical. Se especula que un potencial escenario podría ver al gobierno vetando solo la parte de la moratoria, mientras que deja intacto el aumento del 7,2%.
Por otro lado, quienes han estado en la trinchera, luchando continuamente desde la Plaza Congreso y otros espacios, recibieron este avance legislativo con mesura. “Se reconoció que era un triunfo, que era una cosa buena”, reconoce Guillermo, aunque añade que el sentimiento general es uno de ansiedad por lo que viene, especialmente ante la posibilidad de un veto.
La importancia de la moratoria no puede subestimarse, ya que “asegura que se puedan seguir jubilando la gente” que ha trabajado toda su vida y que, por diversas razones, no alcanza a tener aportados suficientes para acceder a una jubilación plena. En cuanto a las críticas que se escuchan, donde se acusa a este sector de beneficiarse sin aportar, Guillermo enfatiza la injusticia y la falta de veracidad en estas declaraciones, ya que “los aportes atrasados se pagan”. La moratoria es un reflejo del derecho al trabajo y la dignidad conseguida durante años.
Finalmente, Defays destaca la importancia de este tipo de logros en medio de una “guerra cultural” que erosiona la identidad del trabajador jubilado y convierte sus derechos en ayudas asistenciales. “No es lo mismo decir que vos sos un trabajador jubilado, que decir que sos un adulto mayor que recibe una pensión, o sea, como una dádiva”, afirma, subrayando que la lucha no solo es económica, sino por mantener la dignidad y el reconocimiento de aquellos que lo dieron todo por su país.
En medio de una aparente derechización global que afecta desfavorablemente a las clases trabajadoras, la perseverancia de los jubilados argentinos brilla como un ejemplo de resistencia. Defays y sus compañeros seguirán reuniéndose, armando un círculo de esperanza frente a la adversidad, porque “aunque salga esto, no nos va a solucionar mucho la vida estos pequeños aumentos”, la pelea continúa, y lo verdaderamente simbólico es no dejarla apagar.