La lucha de los cartoneros de Retiro: Una batalla por la dignidad en la Villa 31

La lucha de los cartoneros de Retiro: Una batalla por la dignidad en la Villa 31

Los trabajadores recicladores, conocidos popularmente como cartoneros, son un eslabón crucial en el circuito del reciclaje en las ciudades. En Buenos Aires, estos trabajadores independientes enfrentan múltiples desafíos. Según Lorena Gómez, cartonera independiente de la Villa 31, Retiro, la situación para ellos ha sido difícil durante el último año debido a la “técnica de reprimir al trabajador independiente” que, como menciona, es una política que no ha cambiado desde “los tiempos en que Macri se quejaba porque los cartoneros le robaban la basura a las empresas”.

El grupo al que pertenece Lorena, de aproximadamente 70 compañeros, ha sido blanco de ataques por parte del gobierno de la ciudad, detallando que “empezó esta persecución hace un año más o menos… que arrasaron con todos los carros que teníamos en la vereda.” Estos carros, fundamentales para su trabajo, fueron incautados bajo la justificación de infracciones económicas exorbitantes, que oscilan entre “80 mil pesos y 200 mil pesos”.

Más alarmante aún ha sido el desplome en los precios que reciben por los materiales reciclables. Lorena explica que hace apenas un año, el precio del cartón “salía 220 pesos” por kilo, pero ahora, inexplicablemente, ha caído a “50 pesos”. Este descenso no solo afecta al cartón, sino a todos los materiales reciclables, incluyendo papel, metal y plástico. Esta drástica reducción resulta incomprensible para los cartoneros, quienes se preguntan “cómo es que el gobierno puede bajar el precio… si se supone que se los compra a ustedes, ¿no se los compra un privado en todo caso?”

Lorena y sus compañeros continúan trabajando “porque tenemos familia, porque tenemos que seguir como siempre lo hicimos”. Sin embargo, la situación se ha vuelto crítica para muchos de ellos, quienes además de perder sus herramientas de trabajo, se enfrentan al riesgo de la pobreza extrema. “Pagaban sus alquileres… hoy en día se encuentran en situación de calle porque no pueden pagar un alquiler”, denunció Lorena.

Esta realidad resalta una problemática más amplia en la que los trabajadores independientes, como los cartoneros, se ven atrapados en un limbo de subsistencia precaria. A estos desafíos se suma la resistencia del gobierno de la ciudad para reconocerlos legalmente como recicladores urbanos, a pesar de la existencia de la ley 992, que establece su derecho. Según Lorena, han intentado formalizarse al presentar “todo lo que es el escrito para que nos reconozcan”, pero hasta el momento no han recibido ninguna respuesta oficial.

En reuniones recientes con el jefe de gobierno, Jorge Macri, los cartoneros intentaron plantear sus preocupaciones directamente. Sin embargo, Lorena describe que Macri intentó justificar las políticas en curso usando tácticas divisorias y despectivas refiriéndose a los “cartoneros que vienen de la provincia de Buenos Aires”. Lorena señala, entre frustración y determinación, que “él lo que quiere… nos quiere hacer pelear pobre contra pobre”. Sin embargo, la solidaridad entre los cartoneros organizados e independientes es fuerte, y su lucha se centra en que “se cumpla la ley 992 que está vigente, que nos tienen que reconocer como recicladores urbanos”.

Los carteloneros de la Villa 31 han dejado claro que no buscan conflicto con otros recicladores organizados formalmente, insistiendo en que “toda la vida trabajamos juntos en las calles… jamás nos hemos peleado por nada”.

La lucha de alguien como Lorena no solo es una búsqueda por el reconocimiento legal y un medio de vida digno, sino también una defensa contra la estigmatización. Ante acusaciones de dejar la basura desparramada y ser vagos, Lorena ofrece un contundente desafío: “yo le invito a que él venga un día en nuestra vida a ver si lo va a soportar”, sugiriendo que caminar “40 cuadras todos los días” cargando “700, 800 kilos” de materiales reciclables es un esfuerzo que pocos comprenderán verdaderamente sin experimentarlo.

La situación en la Villa 31 no es solo una cuestión local, sino un reflejo de la desigualdad y las luchas a nivel global en torno a los derechos de los trabajadores informales. La comunidad de cartoneros sigue firme en su protesta, demandando apoyo y respeto mientras se enfrentan a un panorama económico y social que sigue desafiando su esencia y su dignidad como trabajadores esenciales en una ciudad que lucha por administrar sus residuos de manera sostenible.