El triple femicidio de Florencio Varela se ha convertido en el epicentro de un clamor colectivo que sacude a Buenos Aires y al país entero. La muerte de Brenda, Lara y Morena no sólo representa una tragedia personal para sus seres queridos, sino que también reabre una herida profunda en la sociedad argentina, avivando debates urgentes sobre seguridad, género y justicia social.
En medio del estupor que genera este lamentable suceso, Clarisa Gambera, Secretaria de Género de la CTA Autónoma de la Capital, se ha pronunciado enérgicamente para señalar la importancia de denominar este crimen como lo que es: un “triple femicidio”. “La figura penal sigue siendo femicidio”, afirmó, subrayando que esta designación no es trivial. El término se acuñó “a partir de muchas mujeres muertas y de mucha movilización popular”, reflejando que las víctimas fueron asesinadas “en causa del hecho de que son mujeres”. Esta diferenciación es crucial para comprender las motivaciones de género detrás del crimen.
El caso de Brenda, Lara y Morena no es un incidente aislado; es un reflejo de las fracturas sociales que se profundizan en un contexto de creciente inseguridad y desigualdad. “A medida que el Estado se retira y avanza el narco, a medida que avanza la violencia machista porque no hay a dónde recurrir, y a medida que avanza la pobreza, que nos obliga a acceder a los peores trabajos en cualquier circunstancia, estamos en riesgo”, señaló Gambera. Esta descripción no sólo resalta la vulnerabilidad sistemática que enfrentan las mujeres, especialmente aquellas en situaciones de pobreza, sino que también denuncia el desmantelamiento de políticas de atención esenciales.
Las reacciones a este femicidio no se han hecho esperar. Colectivos feministas como AMAP y muchas mujeres autoconvocadas han tomado la iniciativa de organizar movilizaciones. En Buenos Aires, la convocatoria a Plaza Flores busca ser un punto de encuentro y protesta frente a un sistema que, en palabras de Gambera, “confunde a las personas en relación a que nos pasamos tres pueblos. No nos pasamos tres pueblos, nos siguen matando”. Estas manifestaciones no son sólo un acto de duelo, sino también un llamado a la acción para exigir cambios estructurales.
La discusión sobre el tratamiento mediático del caso también ha cobrado importancia. La violencia simbólica que surge de minimizar o modificar la narrativa alrededor de un femicidio exaspera el dolor de las familias y la sociedad. “Hoy estuvimos escuchando al abuelo”, comentó Gambera, enfatizando la humanidad detrás de las estadísticas y cómo la revictimización en los medios es una violencia en sí misma. “No sólo aparecieron tres cuerpos de pibas que eran buscadas, sino que está desaparecida la figura de femicidio en los medios de comunicación”, añadió con preocupación.
Este episodio también desentierra una serie de comportamientos misóginos latentes en la sociedad, avivados por la falta de claridad en las posturas gubernamentales y la amplificación de discursos nocivos en los medios. “Si yo me río de una mina en una bolsa negra”, comentó Gambera, “si vuelvo a preguntarme si está bien que esté cancelado o no un tipo que habló de abuso sexual en la adolescencia, dijo que podía violar las pibas, y hay compañeros que todavía preguntan si no seremos muy duras”, se requiere una profunda reflexión sobre las normas que permiten tales comentarios.
El llamado de Gambera no es sólo a las mujeres, sino también a los varones, a todas las personas que desean un cambio. “O nos implicamos o vamos a seguir contando muertas”, enfatizó, subrayando la responsabilidad colectiva de enfrentar y desmantelar las estructuras machistas. La importancia de este debate no es menor, y el rol de cada ciudadano, independientemente de su género, es crucial para el avance hacia una sociedad más justa e igualitaria.
Las manifestaciones no sólo se limitan a Buenos Aires. Se han confirmado acciones en Florencio Varela y otros puntos de la provincia, así como en varias provincias del país. Este despliegue de solidaridad y protesta demuestra que el movimiento feminista sigue siendo un pilar fundamental en la lucha por los derechos y la seguridad de las mujeres.
Más allá del género con el que uno nació o se identifica, cada individuo puede contribuir a esta lucha desde lo cotidiano. Esto implica revisar “de qué me río, qué circula por mis chats de amigos, de qué cosa soy cómplice cuando me callo”, explicó Gambera, destacando la importancia de cambiar actitudes aparentemente insignificantes que en realidad sostienen sistemas opresivos.
Este llamado también es un recordatorio de que, aunque se han logrado avances significativos, aún queda mucho por hacer. En un contexto donde “volvemos a debatir sobre si nos pasamos tres pueblos y si las feministas cancelan”, la necesidad de mantener y reforzar los consensos alcanzados es más urgente que nunca.
El triple femicidio en Florencio Varela no es sólo un evento trágico; es un catalizador para el cambio, un grito que exige ser escuchado. El clamor por justicia y seguridad resuena en cada rincón de Argentina, instando a cada miembro de la sociedad a reflexionar, actuar y cambiar. La vida de Brenda, Lara y Morena, al igual que la de tantas otras mujeres, merece ser honrada con acciones concretas que trasciendan el dolor y la indignación de hoy, construyendo un mañana más equitativo y seguro para todos.

