Rubén expresa con una mezcla de frustración y resignación que “me gustaría contarles a ustedes, como periodistas, y a la gente que escucha, que ha habido algún avance”, pero la realidad es que en estos 19 años “no hay nada”. Las esperanzas de hallar una respuesta no se han extinguido, pero como remarca Rubén, “no hay información, algo nuevo que nos llevará a pensar que, en algún momento, vamos a saber algo”. La lucha por visibilizar el caso forma parte de un clamor colectivo que involucra muchas luchas sociales en el país.
En La Plata, el ambiente está teñido por el recuerdo y por la movilización social. Apenas unos días después de la conmemoración de la Noche de los Lápices, quienes se congregaron en torno al caso de López también tuvieron en mente los reclamos por la situación del hospital Garrahan y el financiamiento universitario, que según Rubén, “son derechos que este gobierno nacional está llevando, retrocediendo en esos avances”.
A pesar de la ausencia de avances judiciales concretos, del “lado de la lucha sí pasan cosas”, comenta Rubén. La sociedad civil mantiene viva la memoria y la exigencia de justicia mediante actos, documentales y actividades militantes. “Vamos a participar”, afirma Rubén en relación a una serie de eventos que incluyen la presentación de un documental sobre su padre. El objetivo sigue siendo “seguir reclamando, pedir aparición con vida”, lema que ha sido bandera de numerosos organismos de derechos humanos por décadas.
Enriquece el diálogo destacar cómo Rubén valora la respuesta del público joven. Durante charlas en escuelas, donde se comparte la historia reciente, “me asusta el silencio, pero es porque te están escuchando, te están prestando atención”. Sin embargo, asume la responsabilidad de transmitir estas memorias para que sirvan como herramientas: “Es contarles para que tengan las herramientas para que estas cosas no vuelvan a pasar”.
La narrativa política actual le resulta particularmente preocupante. “Lamentablemente hoy tenemos un gobierno nacional que reivindica ese tipo de cosas”, denuncia Rubén, refiriéndose a la forma en que ciertas ideologías pasadas parecen asomar de manera más visible. En una democracia aún marcada por el legado de la dictadura, “tenemos gente que hoy está más desbocada, más suelta a emitir opiniones en favor de lo que fue la dictadura”.
Alude también a las desigualdades en la rendición de cuentas. La justicia, en su visión, “depende mucho de situaciones, de definiciones políticas”, lo cual ha protegido a civiles y empresarios cómplices del terror militar. Mientras las fuerzas ejecutoras enfrentan ciertos procesos legales, “los que propiciaron la dictadura con la mano de obra de los militares o las policías de las provincias nunca se hicieron cargo de eso”.
En este laberinto de memorias y justicia, Rubén López resalta la ironía de la impunidad política: “Ella sigue teniendo esa impunidad que a veces el voto o la gente que la vota se lo sigue dando”, refiriéndose a figuras políticas que continúan en altos cargos a pesar de estar ligadas a casos controvertidos. La esperanza de Rubén es que eventualmente, a través del voto y la memoria compartida, se pueda “tratar de corregir estos horrores que vienen haciendo estos gobiernos neoliberales”.
Con cada conmemoración, las actividades programadas ponen de manifiesto la resistencia y el espíritu de lucha de aquellos que no han olvidado ni perdonado. “Nosotros podemos intentar hacer algo desde nuestro humilde lugar”, afirma. Mientras las rondas y los actos continúan, La Plata se convierte nuevamente en un espacio donde la memoria exige justicia.
La historia de Jorge Julio López sigue siendo un emblema del importante compromiso de la sociedad argentina con la justicia y la verdad. Al recordar su desaparición, no solo se está honrando su vida y legado, sino también reafirmando el compromiso colectivo con una Argentina mejor, una que no permita que estas tragedias se repitan.

