Magalí Chavarría, docente de primer año y encargada de la materia “Educación para la Sociedad Crítica”, explica la importancia de difundir y dar a conocer el Bachillerato Miguelito Pepe. “Necesitamos un tipo de espacios para poder divulgar, para poder dar a conocer el espacio, conocer el Bachillerato Miguelito Pepe”, comenta Chavarría, resaltando la urgencia de visibilizar la labor de estos centros educativos alternativos y su enfoque crítico hacia la sociedad y el Estado.
Uno de los más grandes desafíos a los que se enfrentan los bachilleratos populares es el constante bombardeo e intento de invisibilización por parte del gobierno. En estos días, una polémica decisión de la ministra Patricia Bullrich resurgió el nombre de Ramón Falcón en la Escuela de Policías, causando un revuelo considerable. “Justamente no nos parece inocente, de parte de la ministra, haber cambiado nuevamente el nombre”, enfatiza Chavarría. La decisión es vista como una “bajada de línea tremenda”, un acto simbólico que busca recalcar una perspectiva autoritaria histórica en el presente.
El cambio de nombre es particularmente resonante para los miembros del Bachillerato Miguelito Pepe debido a su homónimo. Miguelito Pepe es un símbolo de la lucha proletaria y la resistencia contra la represión instaurada por figuras como Falcón. “Miguelito Pepe es muy probable que ni sabía leer y ni sabía escribir”, comparte Magalí, refiriéndose a este joven militante que representaba las voces acalladas de su tiempo y quien probablemente habría sido un estudiante en el bachillerato que lleva su nombre.
Las actividades del “Miguelazo”, un conjunto de eventos conmemorativos, refuerzan esta identidad de resistencia. “El Miguelazo es un conjunto de actividades que se vienen realizando desde el año 2014, lo hacen entre profes, estudiantes y colaboradores dentro de Miguelito Pepe”, señala Chavarría. Estas actividades buscan no solo recordar a Miguelito Pepe, sino también situar su historia en el contexto del presente, educando a nuevos militantes en los valores de justicia, solidaridad y lucha colectiva.
“Fue un hecho histórico, fue un hito en lo que representa la lucha de los inquilinos y el derecho a la ciudad y a la vivienda digna también”, resalta Chavarría al hablar de la huelga inquilinaria de 1907, un episodio que aún hoy encuentra resonancia en las luchas contemporáneas por el derecho a la vivienda.
El bachillerato es mucho más que un centro de educación. En palabras de Leandro Pironio, también profesor del Bachillerato Miguelito Pepe, se establece como una comunidad que construye y sostiene lazos de solidaridad en tiempos de adversidad. “Nuestra práctica diaria implica buscar construir comunidad y generar un impacto dentro de esos contextos donde nos desarrollamos”, explica Pironio. En una ciudad cada vez más gentrificada y con crecientes problemas habitacionales, estos lazos se vuelven vitales para los estudiantes, muchos de los cuales enfrentan inestabilidad residencial.
El Bachillerato Popular Miguelito Pepe, y otros como él, desafían la narrativa tradicional al crear espacios de resistencia desde la educación. Ellos eligen honrar a figuras poco reconocidas por la historia oficial, como Miguelito Pepe, en oposición a la legitimación de figuras históricas de represión, representadas por el renombramiento de la Escuela de Policías con el nombre de Ramón Falcón.
Mientras continúan su lucha por el reconocimiento y la financiación adecuada, el Bachillerato Miguelito Pepe se mantiene como una luz en San Telmo, una manifestación viviente del compromiso con los valores de igualdad, inclusión y justicia social. Con clases que van más allá del currículo ordinario y proyectos que subrayan el poder del conocimiento como herramienta de liberación, este bachillerato sigue siendo una pieza esencial en la conquista de derechos fundamentales en Argentina y más allá.
Así, entre aulas compartidas y sesiones de aprendizaje comunitario, el Bachillerato Popular Miguelito Pepe traza un camino de esperanza y desafío constante. “Es un espacio autogestivo, que nosotros mismos alquilamos para poder dar clases… es horizontalista”, insiste Magalí Chavarría. Esta estructura refleja su compromiso no solo con la educación, sino también con la justicia social en su forma más auténtica y tangible. En un mundo donde la lucha por el sentido y qué historias contamos sigue siendo vital, instituciones como el Bachillerato Miguelito Pepe son un recordatorio esperanzador de lo que se puede lograr cuando la comunidad se une en nombre del cambio.

