El tiempo no ha logrado apagar el impacto de “Las manos sucias”, la obra del célebre filósofo y dramaturgo francés Jean Paul Sartre, que tras más de siete décadas desde su estreno sigue resonando con gran intensidad en el ámbito cultural mundial. En una nueva producción que revive y reformula este clásico del teatro político, la Sala Casacubierta del emblemático Teatro General San Martín de Buenos Aires se erige como el escenario ideal para el arte y la reflexión profunda que esta pieza promete. La dirección de Eva Halac, respaldada por un elenco estelar encabezado por Daniel Hender, Guido Voto Fiora, Florencia Torrente y María Zubiri, consigue reavivar el debate filosófico que Sartre instauró sobre la coherencia entre las ideas y las acciones.
“La obra se puede ver de miércoles a domingos a las 20,” aclara la directora Halac, invitando a los espectadores a sumergirse en esta experiencia teatral única. Pero, ¿qué es lo que hace de “Las manos sucias” una obra tan relevante y cautivadora incluso para el público contemporáneo?
Para Halac, su conexión con la obra es casi ancestral. “Es una obra que yo conozco hace mucho tiempo, cuando era chica. Yo soy hija de la generación de los 60, de padres para los cuales la política y la literatura eran lo mismo,” relata. La directora recuerda cómo, en reuniones familiares, su madre recitaba de memoria los textos de Sartre, reflejando las posiciones políticas de una Argentina convulsionada, y cómo esos diálogos la marcaban profundamente.
En muchos aspectos, la puesta en escena actual de Halac busca rescatar el corazón de la disputa ideológica que la obra presenta: ese debate donde “como dice Sartre mismo, ninguno tiene razón y los dos la tienen.” Según Halac, Sartre misma abordó su propia obra no como un juicio a los personajes, sino como una exploración de la política en sí misma. “Incluso como él mismo dice, no es una obra política, es una obra sobre la política,” comenta Halac, destacando la vigencia del texto en la actualidad.
A través de su puesta en escena, Halac también realiza actualizaciones necesarias para que la obra resuene en el presente, considerando que “hoy tenemos mucha gente joven en la política.” En este sentido, la directora procura que la adaptación suene “más contemporánea” y “acá,” encontrando en Buenos Aires un contexto vibrante y actual para el relato sartreano.
La historia de “Las manos sucias” sigue girando en torno a un joven idealista encargado de ejecutar una misión política radical, “una especie de maniobra política, digo, importante, pero también muy rupturista.” Esta faceta narrativa, ya intrigante en sí misma, está impregnada de las tensiones éticas y filosóficas propias de Sartre. “En realidad, él quería hablar sobre estas diferencias entre las ideas y la praxis, entre el abismo que hay, entre los principios y la práctica de ellos,” explica Halac.
Es particularmente interesante cómo la obra se enriquece en esta puesta argentina gracias al entorno del Teatro San Martín. Halac describe su enfoque de la escenografía como un homenaje y un reflejo de ese espacio cultural icónico. “Es una idea después de esta realidad, sí hacer una reproducción de lo que es el hall de la sala dentro del espacio escénico, ¿no?” Halac imagina que las paredes del Teatro San Martín son el espacio de debate donde “se debate muchísimas ideas, ideas muy extremas,” subrayando la importancia de un ámbito así en un país con una historia política tan cargada como Argentina.
Además, la música de Gustavo García Mendy contribuye poderosamente al clima de la obra, infundiendo un suspenso contagioso. “Es tremenda la música,” señala Halac, “porque hay algo del policial que se da y mantiene ese suspenso tremendo.” Esta atmósfera igualmente es sostenida por las actuaciones de un elenco que ha sabido encarnar los complejos personajes. Halac destaca cómo los actores asesoraron el texto de Sartre e hicieron suyas las palabras del dramaturgo, sin perder la vigencia y la frescura que la obra exige.
En cuanto a las actuaciones, Daniel Hender logra, según Halac, una performance sobresaliente al interpretar a un personaje que equilibra juventud con experiencia política. El elenco joven, entre el que se encuentra Guido Voto Fiora en el rol del ferviente idealista Hugo, también encuentra su justa resonancia con la actualidad.
“Viene muchísima gente joven, diría que es lo que más viene, y la verdad que les encanta. Ni siquiera lo conocían al autor, en muchos casos,” menciona Halac, quien se muestra satisfecha por la conexión que los espectadores más jóvenes logran establecer con la obra.
En definitiva, “Las manos sucias” en el Teatro General San Martín no es solo una puesta en escena más de un clásico del teatro; es una oportunidad para adentrarse en el diálogo eterno sobre la política y la acción, sobre las ideas en teoría y su aplicación, en un momento histórico donde esas preguntas son tan urgentes como siempre. Con entradas disponibles en www.complejoteatral.gob.ar, esta obra promete ser una experiencia que interpela al espectador y lo invita a reflexionar sobre su propio posicionamiento en el contexto actual.