La Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Entre Residuos y Desamparo

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Entre Residuos y Desamparo

Un análisis antropológico de la gestión de la basura y la situación de calle en la capital argentina



En la efervescente vida nocturna de Buenos Aires, Alexander Portugués, antropólogo y especialista en sustentabilidad urbana, nos lleva a una reflexión profunda sobre la gestión de residuos y la situación de las personas en situación de calle. Su punto de vista nos revela complejidades históricas, sociales y políticas que subyacen a estos problemas, recordándonos que detrás de cada bolsa de basura y de cada individuo sin hogar, hay relatos, decisiones de gestión pública y, sobre todo, desafíos humanos.

Las ciudades, históricamente, no han sido espacios igualitarios. Desde los días de la antigua Roma hasta las modernas metrópolis, la gestión de residuos ha sido un reflejo de las relaciones sociales imperantes. En la conversación con Portugués, quedó claro que la categorización de “basura” está cargada de connotaciones sociales y económicas. No es solo material desechado, sino una manifestación tangible de desigualdades profundas.

En el contexto contemporáneo de Buenos Aires, el manejo de los residuos se ha convertido en un campo de batalla político y social. La implementación de políticas de residuos comenzó a llamar la atención pública durante la gestión de Mauricio Macri allá por el 2008. Macri, antes de convertirse en jefe de gobierno, ya trataba a los cartoneros como una amenaza, acusándolos de “robar basura”. Avanzando en el tiempo, su primo Jorge Macri, en una singular muestra de continuidad disfuncional, acusa a las personas sin hogar de convertir espacios públicos en “lofts privados”, mientras glorificaba con una sonrisa la limpieza urbana en un video recientemente difundido.

¿Por qué esta relación entre la marginalización de los cartoneros y las personas en situación de calle es tan significativa? Portugués lo aclara: La basura y la miseria son exponentes de una realidad que las políticas públicas tienden a homogenizar. El gobierno actual, en su enfoque, trata ambos problemas con la misma indiferencia. “El que labura en la calle con gente que está en situación de calle, que patea el asfalto, sabe que es un universo también de mucha complejidad”, comenta Portugués. Valoraciones superficiales y soluciones simplistas no son suficientes; cada sector requiere políticas específicas y humanas que aborden la raíz de las problemáticas.

El reciclaje y la gestión de residuos en Buenos Aires no se pueden entender sin la mención de los recuperadores urbanos o cartoneros. Estos actores clave, a menudo invisibilizados en el discurso oficial, han presionado y logrado avances significativos. Las cooperativas de recuperadores urbanos han sido actores de presión fundamentales para las políticas de residuos reciclables. Es gracias a ellos que la ciudad ha avanzado, aunque todavía hay mucho por hacer, particularmente en la separación y gestión del residuo orgánico.

Los residuos orgánicos son la principal causa del conocido e irritante olor que emana de los contenedores urbanos. Si la sociedad porteña adoptara una separación en origen más rigurosa, el impacto positivo sería notable. “El residuo donde está junto el orgánico con el plástico genera un exfibiado muy tóxico, y ese exfibiado tóxico es el que nosotros olemos y nos quejamos”, explica Portugués. La falta de conciencia y de políticas educativas y formativas por parte del gobierno es un problema considerable que agrava la situación.

El problema de las ratas en la ciudad es un ejemplo notable de las consecuencias de una gestión ineficaz. Las quejas de los vecinos no son infundadas. Las ratas proliferan en restaurantes y espacios públicos, atraídas principalmente por los residuos orgánicos mal gestionados. Las escenas pintorescas de estos roedores moviéndose con total familiaridad por las calles son solo la punta del iceberg de un problema mayor.

¿Qué papel juega la sociedad civil en todo esto? Portugués deja claro que aunque la responsabilidad primaria recae en el gobierno, la ciudadanía también tiene un rol esencial. La cultura de irresponsabilidad y falta de conciencia ambiental es un desafío que requiere tanto de gestión pública como de acción comunitaria. La falta de voluntad política, combinada con una población que muchas veces ignora los preceptos básicos de la gestión de residuos, crea un círculo vicioso.

La conversación con Alexander Portugués no solo destapa la complejidad del tema, sino que también nos deja claro que el camino hacia una solución está lleno de obstáculos que requieren tanto políticas públicas efectivas como un cambio en la conciencia ciudadana. La política de residuos no puede ser manejada de forma aislada, y su conexión con problemáticas sociales, como la situación de calle, debe ser abordada con una perspectiva integral.

Volveremos a convocar a Alexander Portugués para seguir explorando estas temáticas, porque la basura y la gestión de residuos, lejos de ser un simple asunto de limpieza urbana, nos enfrentan a la esencia misma de cómo vivimos y coexistimos en nuestra ciudad. Las soluciones requieren de más que maquinaria y limpieza superficial; necesitan de una sociedad comprometida y de un gobierno dispuesto a implementar políticas inclusivas y humanizadas.

Así, mientras caminas por las calles de Buenos Aires, la próxima vez que veas un contenedor de basura o una persona en situación de calle, recuerda que detrás de cada uno hay una historia más profunda y una oportunidad para el cambio. La ciudad y sus ciudadanos lo demandan.