“CineAr es la última plataforma digital que nos queda para poder acceder el público a todas las producciones audiovisuales argentinas”, señala Goyeneche, subrayando la importancia de este servicio para la preservación y difusión de la memoria audiovisual de Argentina. La amenaza a CineAr se percibe como un componente más de un ataque más amplio a la cultura nacional por parte del gobierno actual, que según Marcelo “está destruyendo todo lo que tiene que ver con la cultura, con la educación, con la salud pública”.
Además, el potencial cierre de CineAr no solo afectaría a la plataforma, sino que pondría en riesgo la vasta colección de documentales, películas de ficción, series y clásicos de la historia del cine argentino, un conjunto al que se refiere como “un catálogo enorme” y que hoy en día continúa bajo la custodia del INCAA. Sin embargo, la incertidumbre sobre el futuro de estos materiales está generando preocupación, ya que representa un “nuevo ataque a la cultura” y a los “puestos de trabajo de los compañeros y las compañeras que trabajan en el INCAA”.
Marcelo destaca que este contexto nacional contrasta fuertemente con las políticas proteccionistas de países como Estados Unidos, donde se apuesta al proteccionismo cultural. “Esta semana ya lo estábamos comentando: Trump acaba de decir que va a cancelar con un 100% a las películas que no sean norteamericanas, apostando cada vez más al proteccionismo de su cultura”, menciona Marcelo en una incisiva crítica al comportamiento inverso del gobierno argentino.
Al preguntarse por qué Argentina parece retroceder en vez de avanzar, Goyeneche teoriza sobre un trasfondo ideológico: destruir la cultura y educación de la nación sería un medio para lograr “un país que no tiene identidad, que no tiene memoria”, lo que lo haría “más fácil de domesticar, de manipular”. Esta visión pesimista encuentra sentido en la idea de un país que ahonde sus raíces sólo en estructuras agroexportadoras, beneficiando a una minoría poderosa a expensas de su rica herencia cultural y del bienestar de sus trabajadores.
En términos más personales, Goyeneche comenta sobre el impacto que estas políticas han tenido en el empleo dentro del sector: “Nos cruzábamos ahí, que están trabajando en cualquier cosa, menos vinculada a lo que se han formado”, resalta el cineasta, lamentando que profesionales preparados estén forzados a buscarse la vida fuera de sus campos de especialización.
A pesar de las presiones externas e internas al cine argentino—con el respaldo de su calidad reconocida internacionalmente—el sector no se ve favorecido bajo esta administración. La falta de producciones nacionales en los próximos años parece un destino inevitable si el camino actual no cambia.
Las finanzas del INCAA también han sido objeto de controversia. A pesar de contar con recursos, la implementación gubernamental de las finanzas se enfoca en la “timba financiera”, como enfatiza Marcelo: “Han subejecutado todo el ingreso de dinero que ha tenido el instituto en dos años y lo han puesto en plazos fijos, en bonos”, una decisión que, según él, va en detrimento de la “producción de películas, que además de dejar ganancias, tendrían puestos de trabajo, ventas internacionales, un mercado audiovisual importante”.
En definitiva, la situación descrita por Marcelo Goyeneche retrata un futuro incierto y desafiante para la industria cinematográfica argentina. “Hay que seguir batallando, seguir luchándola, no queda otra”, declara con la esperanza de que estos obstáculos actuales puedan ser superados con unidad, estrategia y apoyo mutuo en el sector cultural.
Los trabajadores del cine y la cultura en general continúan organizándose y luchando por mantener viva la rica tradición cinematográfica argentina, una que ha demostrado una vez más ser vital para el tejido cultural del país. Sin embargo, el reloj sigue corriendo a medida que las políticas actuales amenazan con erosionar décadas de progreso y expresión cultural.

