El Conflicto del Master Plan en Villa Lugano: Cuando el Desarrollo se Encuentra con la Resistencia Vecinal

El Conflicto del Master Plan en Villa Lugano: Cuando el Desarrollo se Encuentra con la Resistencia Vecinal

María Beatriz Esperanza, vicepresidenta de la Junta de Estudios Históricos y Culturales de Villa Lugano y Villa Riachuelo, expresa su preocupación por la falta de escucha a los vecinos en el proceso de implementación. “Seguimos en instancias de no ser escuchados como vecinos”, lamenta Esperanza. Desde la perspectiva comunitaria, el proyecto que se presenta como una mejora vial “tiene muchas falencias y muchas dificultades en su concreción y, fundamentalmente, en el cumplimiento del objetivo inicial”.

Este mega-proyecto, diseñado para facilitar el tránsito de más de 200.000 personas, incluye un plan de construcción de metrobús y un parque lineal de más de cuatro kilómetros. No obstante, las discrepancias surgen cuando la ejecución palpable difiere de los atractivos renders iniciales. Entre las preocupaciones más alarmantes está la destrucción del arbolado urbano: ya han sido talados aproximadamente 500 ejemplares y se prevé que el número podría llegar a 1.500. “Podemos llegar a perder hasta 1.500 árboles de los 2.000 que tiene el área cercana a la autopista”, detalla Esperanza.

La comunidad expresa que, aunque algunas modificaciones requieren sacrificios ambientales, estas deben venir acompañadas de compensaciones adecuadas, tal como lo establece la conciencia moderna sobre el derecho ambiental. Los espacios de participación ciudadana, promovidos por la Agencia de Protección Ambiental (APRA) como una estrategia para mitigar impactos, no han cumplido con las expectativas. “Se estableció la creación de mesas de trabajo para poder acordar, consensuar y desarrollar este proyecto de manera que produjera el menor impacto”, añade Esperanza, pero en la práctica, estos foros de discusión no han dado soluciones concretas.

Además de la problemática medioambiental, el plan no parece alcanzar sus promesas de logística vial. “La obra en funcionamiento se visualiza compleja de entrada”, afirma. La crítica principal reside en que el proyecto convierte ciertas calles residenciales en accesos cerrados a la autopista, concentrando el tránsito en avenidas principales sin mejorar significativamente las condiciones de seguridad que se esperaban solucionar. “El ingreso a la Ciudad de Buenos Aires… es una obra tremenda que se carga sobre el presupuesto de la Ciudad y que el objetivo aparentemente sería poder trasladar a todas las personas que están en los confines de la ciudad”, dice con escepticismo.

Las vías internas de los barrios, al ser restringidas, exigen ahora un recorrido adicional de entre 10 y 15 cuadras para unirse al flujo principal de avenidas, complicando aún más la dinámica del tráfico local. Este trastorno, sumado a las insuficientes señales y la mala iluminación de las áreas en construcción, han llevado a lamentables accidentes. “Esta obra supera la incomodidad; lamentablemente ha causado accidentes, incluida la pérdida de vidas en situaciones evitables”.

A pesar de esas dificultades, el proyecto muestra un lado positivo con la realización de obras hidráulicas para mejorar la gestión de las napas freáticas, algo crucial en una región históricamente marcada por la presencia de arroyos subterráneos y afluentes del Riachuelo. “Los entubamientos van a contribuir a corregir las filtraciones y desvíos”, reconoce Esperanza.

Sin embargo, estos beneficios aislados no compensan la percepción de desventaja que siente la comunidad. El contraste entre la realidad cotidiana de obras que avanzan sin precauciones adecuadas y los sueños de progreso difundidos por sus promotores es notable. “No estamos viendo que esto que se difunde como un plan vial que nos va a mejorar… no, realmente no lo estamos viendo”, subraya.

La situación se complica aún más con la postura de las instituciones que debiesen facilitar el diálogo y los acuerdos necesarios para el progreso sostenido de la obra. A pesar de los intentos por articular necesidades vecinales con objetivos del Estado, las mesas de trabajo no lograron ser verdaderos foros de participación. “No se podía llegar a acuerdos”, enfatiza Esperanza, señalando la impotencia frente a un proceso que continúa sin control efectivo ni diálogo genuino.

A medida que se suman acciones judiciales y nuevos amparos intentan frenar el proyecto, Esperanza recuerda que la posición de la comunidad desde la Junta de Estudios Históricos ha sido siempre constructiva. “Trabajamos para poder hacer aportes, no trabajamos en contra de nadie”, sostiene. La propuesta de crear puentes verdes, por ejemplo, es uno de los esfuerzos para mitigar impactos y permitir conexiones saludables entre las zonas del barrio divididas por la obra, aun cuando la ejecución de tales soluciones permanece sin respuesta.

El caso del Master Plan en Villa Lugano y Villa Riachuelo plantea interrogantes fundamentales sobre cómo deben planificarse, discutirse y ejecutarse los proyectos urbanos en una ciudad que busca equilibrar crecimiento con sostenibilidad y bienestar ciudadano. El llamado es claro: es esencial que las voces de quienes viven los cambios en su cotidianidad encuentren espacios significativos de expresión y decisión.

Para seguir de cerca el progreso de estas iniciativas y formar parte del diálogo, Esperanza invita a la comunidad a involucrarse a través de plataformas de participación ciudadana como Ion Change. “Pueden encontrar los proyectos y apoyarlos… necesitamos tener accesibilidad que nos permita transitar nuestros barrios de manera adecuada”, concluye.