Vecinos en Lucha: Cómo las Constructoras y el Gobierno Abandonan a Quienes Sufren las Consecuencias de Obras Inseguras.
Una vecina de Caballito relata cómo su hogar se desmoronó debido a la negligencia en una construcción vecina y el desamparo gubernamental.
Primero y principal, quiero agradecer a vos y a cada uno de los periodistas que, a lo largo de estos meses, nos han dado un espacio para visibilizar lo que está ocurriendo con estos casos. Al ser individuales, aislados y ocurrir en distintos puntos de la ciudad, no había un nexo que nos uniera y que, por supuesto, nos visibilizara. Entonces, el trabajo de la prensa ha sido crucial. Realmente es muy importante lo que nos está ocurriendo.
Como vos comentabas, primero empezamos porque, como ocurre con otros temas, uno está muy ensimismado en su mundo. Tenemos 20 obligaciones diarias, y eso también hace que solo miremos nuestro círculo, nuestro ombligo. Hasta que no comprobamos en forma directa que una problemática nos afecta, pareciera como si no existiera en nuestra dimensión. Eso sucedió con la obra lindera a nuestra casa.
En el fondo de nuestra propiedad, que se encuentra en Antiguelo 644, en el barrio de Caballito, justo casi al límite con Almagro, hay una obra que empezó en 2020. Con la pandemia, se suspendió todo y retomaron en 2021. Ahí empezamos a tener los primeros daños: fisuras, rajaduras, la casa vibraba y temblaba. Las constructoras no le dan importancia a estos problemas; como dicen, hasta que no se caiga un pedazo, no pasa nada.
La obra no es una pequeña reforma. Está incluida dentro del convenio de 11 secciones, habilitado por la Legislatura Porteña, con 4 subsuelos de profundidad y, en principio, 8 pisos de altura. Es la ampliación de una clínica que ya tiene una parte construida. Los primeros inconvenientes fueron por la demolición de una vieja construcción en un predio muy grande, casi un cuarto de manzana. En abril de 2023, nuestra casa sufrió un deslizamiento del suelo y quedó inclinada. Esto no nos ocurrió solo a nosotros; también a tres propiedades linderas. Los daños más graves fueron en nuestra casa y la de una vecina, que quedaron literalmente al borde del abismo.
Con la casa partida al medio, se desprendieron caños de agua, gas, y las rajaduras en la terraza miden un centímetro. Tuvimos que abandonar la casa. Primero fue por el techo caído de la vecina el 24 de mayo. Para las constructoras, deberíamos estar ahí, aun con riesgo del 20% de que se nos caiga un pedazo de mampostería en la cabeza. La casa está en ruinas, inhabitable.
Las constructoras se desentienden, no logramos encontrar a los responsables debido a fideicomisos y otras arquitecturas jurídicas. Pasamos por desequilibrios y angustia. El día que tuvimos que salir con nuestras pertenencias personales, fue como estar en una guerra, algo impensable. La angustia de no encontrar un lugar en la ciudad de Buenos Aires con nuestros hijos fue devastadora.
La cuestión no solo es de las constructoras. A nivel institucional, no hay respuestas. La única intervención fue por parte de la Dirección de Guardia y Auxilio, que constató el estado de la vivienda y el deslizamiento del suelo. No clausuraron la casa, pero no hubo más respuestas. Ante 3 millones de dólares pagados por la empresa, no somos nada. Es vital dejar constancia en las actas para evidenciar la omisión de control del gobierno porteño.
Este problema no es aislado; es sistemático. La legislación actual permite hacer casi cualquier cosa. Ante esto, nos organizamos. Creamos la cuenta de Instagram “Vecinos Afectados por Obras”, recibiendo casos de todos los barrios de la ciudad de Buenos Aires. En la mayoría de los casos, ofrecemos visibilidad y apoyo.
Nuestro objetivo es darnos apoyo mutuamente, socializar nuestras experiencias y solidarizarnos. Nos mantenemos en contacto con organizaciones barriales y vecinos damnificados, buscando arbitraciones justas en cada caso. La visibilidad es crucial.
En conclusión, la lucha continúa, porque aunque nos sintamos pequeños ante megaemprendimientos multimillonarios, no dejaremos que nuestra voz se diluya en la indiferencia.