La Comuna 8 de Buenos Aires enfrenta desafíos críticos en salud, infraestructura y seguridad, en medio de un entorno que agrava su situación.
Villa Riachuelo, Villa Lugano y Villa Soldati, tres barrios que conforman la Comuna 8 de Buenos Aires, son hogar de unos 220.000 residentes, según estimaciones recientes. Este sector se halla en el sur de la ciudad y, desafortunadamente, es conocido como la comuna más pobre de la capital argentina. La lucha por una infraestructura adecuada, especialmente en términos de salud y seguridad, es un largo y arduo camino que sus habitantes han recorrido durante más de 40 años.
“Lamentablemente hace más de 40 años que estamos solicitando un hospital que todavía no se termina de consolidar”, expresa un vecino de la comuna al referirse al Hospital Grierson, cuya construcción sigue estando incompleta y carece tanto de recursos humanos como de equipamiento adecuado. Esta carencia se sufre aún más profundamente en Villa Soldati, donde la infraestructura básica es insuficiente para cubrir las necesidades de la población local.
La solicitud para decretar la emergencia sanitaria en la Comuna 8 ha sido una constante durante los últimos tres años. Los representantes del Consejo Constitutivo Comunal Ocho arguyen que esta medida es esencial para enfrentar la situación paupérrima que vive la comunidad. Sin embargo, este pedido aún no ha sido aprobado pese a estar fundamentado en la ley comunal 1777, que cuenta con rango constitucional.
La falta de infraestructura no es el único problema. El sistema de salud en la comuna está lejos de ser eficiente, y esto no es culpa de los trabajadores del sector. “El médico, la médica, el enfermero, la enfermera, los administrativos, los camilleros, personal de seguridad, maestranza, no tiene nada que ver con las políticas que emanan del ejecutivo”, se subraya al intentar diferenciar entre los trabajadores de la salud y las autoridades políticas. Estos trabajadores también desean ver el Hospital Grierson funcionando al 100%, pero la realidad es que aún faltan cubrir vacantes y servicios completos.
La inseguridad es otra preocupación crítica en la Comuna 8. Numerosos residentes viven con miedo y desconfianza debido al creciente nivel de delincuencia, que ha llegado a afectar incluso a los trabajadores de la salud. Cuentan que, “le roban a los trabajadores de la salud de los SESAC, que trabajan en el Barrio 20, en la Villa 20 o en diferentes asentamientos de la Zona Sur”. Esta situación es alarmante dado que previamente se respetaba a los trabajadores esenciales como médicos y enfermeros.
A pesar de esto, la presencia policial en la Comuna 8 es notable. “En la zona a ponerle del Grierson, para poner un punto específico, que es Avenida Cruz y Escalada… A menos de 100 metros hay una comisaría… A 400, 500 metros, más o menos, está la Escuela de Cadetes de la Policía Federal… A 700 metros está el Instituto de la Policía Metropolitana… A 600 metros están las Fuerzas Especiales”. Seguir esta enumeración hace que una pregunte por qué, con tanta seguridad aparente, la comuna sigue siendo una de las zonas más inseguras de Buenos Aires.
Este es un problema que no solo afecta a la Comuna 8 sino a muchas otras áreas, y la comunidad se siente abandonada por las autoridades. La situación empeora con el hecho de que los sectores judiciales, quienes deberían ser los garantes de la seguridad, parecen estar ausentes. “El sistema judicial es como que está ausente de todo esto… Es como que el vecino o la vecina se la tiene que arreglar como sea”, manifiesta una fuente local. Esta falta de intervención judicial contribuye sustancialmente a la sensación de inseguridad e impunidad.
Es cierto que parte de la violencia en la comuna proviene de la creciente actividad del narcotráfico y otros grupos delictivos organizados. Sin embargo, también se argumenta que episodios conflictivos que podrían haberse resuelto de manera pacífica y rápida escalan a situaciones graves debido a la ineficiencia del sistema judicial. “No puede ser que vos tenés un problema con tu vecino y terminás hiriéndolo gravemente o matándolo cuando era una cuestión de una tontería que un tribunal vecinal de poca monta lo podría haber solucionado en dos audiencias y se terminó”.
A pesar de los intentos locales de abordar estos problemas de manera proactiva, queda mucho por hacer. La Comuna 8 necesita un cambio de paradigma, una revisión integral del sistema que contemple las necesidades básicas de sus habitantes, asegurando infraestructuras apropiadas en salud y seguridad, y overlo teniendo en cuenta el bienestar de la comunidad antes que las estrategias políticas cambiantes.
En última instancia, la lucha por un sistema de salud completo y funcional, una infraestructura adecuada y una real seguridad son objetivos que requieren colaboración estrecha entre las autoridades y la comunidad. Del mismo modo que la salud no pregunta a quién se votó antes de salvar una vida, la seguridad y el bienestar deben ser prioridades universales, no sujetas a intereses particulares o partidistas. Solo así, la Comuna 8 podrá avanzar hacia un futuro más seguro y próspero para todos sus habitantes.