Cambios en el ABL: el Impuesto Inmobiliario de Buenos Aires

Cambios en el ABL: el Impuesto Inmobiliario de Buenos Aires

En un giro significativo respecto al tratamiento fiscal en la Ciudad de Buenos Aires, el gobierno ha establecido un nuevo modelo para el incremento del impuesto inmobiliario conocido como Alumbrado, Barrido y Limpieza (ABL). A diferencia del esquema anterior que incrementaba mensualmente por inflación, ahora el aumento pasará a realizarse de manera fija una vez al año, específicamente en enero. “El impuesto inmobiliario y de alumbrado, barrido y limpieza dejará de aumentar por inflación mensual”, explicó una autoridad en materia fiscal. Las cuotas para el resto del año permanecerán invariables.

Por supuesto, la propuesta detrás de este nuevo sistema no es simplemente un cambio de frecuencia de aumento, sino que introduce un modelo zonificado de incrementos que segmenta la ciudad en tres zonas bien definidas: Sur, Centro y Norte. Esta división no solo permite una mejor comprensión de las necesidades de cada área, sino que también representa un paso hacia una política fiscal más equitativa y ajustada a las disparidades sociales y económicas entre los barrios.

Los incrementos anuales, según lo propuesto en la Ley Tarifaria 2025, serán diferenciados: un 25% para los barrios del Sur, como Villa Lugano y Soldati, donde históricamente las economías familiares son más ajustadas. El Centro, incluyendo áreas como Balvanera y Caballito, experimentará una subida del 50%. Finalmente, los sectores más prósperos, distinguidos en la Zona Norte – incluyendo barrios como Palermo y el exclusivo Puerto Madero – recibirán un incremento del 100%.

Esto significa que mientras los barrios más populares del sur experimentarán un alivio relativo en relación a la carga fiscal, las áreas con mayor capacidad económica soportarán un aumento proporcionalmente más alto. Este reordenamiento, de acuerdo con las autoridades, se alinea más con la realidad socioeconómica de cada zona.

“Los aumentos serían de un 25% para los barrios del Sur, un 50% para los barrios del Centro y de un 100% para los del Norte de la Ciudad”, afirmaron los encargados de delinear la política. Esta medida responde a una necesidad de adaptar las tarifas no solo a los gastos de administración y servicios de cada barrio, sino también para impulsar una redistribución más justa de los recursos económicos en la ciudad.

Críticos y defensores han surgido en reacción a esta noticia, generando un intenso debate sobre las bondades y consecuencias de esta segmentación fiscal. Algunos defensores del nuevo sistema argumentan que este cambio es una iniciativa necesaria para detener el deterioro económico de las familias en barrios de menor ingreso, muchos de los cuales han sido desproporcionadamente afectados por las fluctuaciones económicas y las cargas tributarias. Mientras tanto, los críticos sugieren que estas medidas podrían repercutir en el costo de vida de aquellos que residen en las zonas más caras, sintiéndose “castigados” por su lugar de residencia.

Además, el impacto que este sistema puede tener sobre los servicios públicos es otro punto de preocupación. Al depender los incrementos del ABL directamente del barrio, existe la potencial problemática de una oferta desigual de servicios de alumbrado, barrido y limpieza, dependiendo de la capacidad de recaudación de cada zona. Sin embargo, desde el gobierno han buscado calmar esas preocupaciones asegurando que los recursos serán administrados para garantizar un acceso más equitativo a los servicios esenciales, independientemente de la ubicación o capacidad de pago del barrio.

La formulación de esta nueva política fiscal se presenta como una respuesta directa a la necesidad de ajustar los sistemas de recaudación e inversión en infraestructura y servicios que hace tiempo son considerados ineficientes o mal distribuidos. “Este sistema permitirá generar mayores ingresos donde hay más posibilidades de pago, y reorientar esos recursos hacia las zonas más necesitadas”, mencionaron expertos en política urbana. Es un reconocimiento explícito de las enormes diferencias socioeconómicas dentro de la misma ciudad y una apuesta a equilibrarlas de alguna manera.

En conclusión, la modificación del impuesto ABL en Buenos Aires supone un avance hacia un sistema más segmentado y ajustado a las realidades de cada zona. Este enfoque tiene la potencialidad de reducir la presión sobre los residentes en los barrios menos favorecidos mientras se invierte en infraestructura necesaria y mejoras sociales. La implementación exitosa de tales medidas dependerá de una administración eficiente y transparente, requisitos indispensables para lograr una distribución justa de los recursos y evitar que las diferencias económicas se conviertan en disparidades insalvables. El desafío está sobre la mesa y solo el tiempo dirá si logra alcanzar los objetivos planteados.